Shwedagon Paya. Un icono de Yangón, Birmania. Su sola visita, merece un desvío si la ciudad no nos viene de paso. La noche la envuelve en una atmósfera espiritual todo su brillo dorado. Caminar entre los feligreses budistas, aguardar silencio y dejarse llevar por la belleza de lo que ante nuestros ojos se exhibe, hará que tengamos un “momentos de un viaje”. Momentos que inexplicablemente se te clavan tan hondo en los viajes, que apenas podemos respirar por la emoción de haber llegado desde tan lejos para darnos cuenta, que todo sacrificio es premiado con un imborrable recuerdo que perdurará toda la vida.
La pagoda es un respiro de calma entre tantos edificios que se aglomeran en su perímetro. Eso la hace más especial, dándole un toque surrealista al verse envuelta entre tanto edifico en ruinas.
Sus decenas de budas, llaman la atención por su aura iluminada, cosa que no he llegado a ver en otros países. Sus cuidados templos harán que divaguemos sin rumbo fijo acompañando a menudo sin ser conscientes en los rezos por los seguidores del budismo.
La mejor hora para verla, es el atardecer, donde la pintura de oro, se torna en naranja para acabar brillando con las luces artificiales del complejo. De día, su reflejo es deslumbrante y visible desde casi toda la ciudad.
Nunca he opinado sobre religiones, pero me parece que el budismo, más que una religión, es una forma de entender la vida y la muerte. Con esa base empieza uno a indagar para acabar atrapado en la que yo personalmente, considero la doctrina más pacifista entre las más populares de nuestros días.
Pero aquí no acaba nuestra visita por el monumento más importante del país y que todo birmano promete visitar una vez en la vida. Debemos estudiar su historia, sus leyendas y sus intrincados infortunios para que hoy podamos entenderla y disfrutarla mejor.
Os dejo un par de enlaces donde podéis investigar por vuestra cuenta sobre Shwedagon Paya de Yangon en Birmania:
Pagoda Shewedagon (inglés)
Información General (español)
