VIAJAR A ETIOPÍA POR TU CUENTA
Viajar a Etiopía por libre se asocia en nuestra mente a las baldías tierras estériles y profundos desiertos, que con tan poco que ofrecen, acaban dando rienda suelta a nuestra imaginación, pensando en enfermedad, sed y a multitud de personas que mueren a diario por mala nutrición. Muy lejos queda la actual realidad de esa versión que nos vendieron honestamente hace dos décadas, causado por una histórica y terrible sequía, que tuvo en jaque a todos los etíopes durante varios años. Quien no visite el país, jamás sabrá qué hay entre sus fronteras. Puede que ni la gente sepa que el cristianismo ortodoxo es la religión madre, que los frondosos y verdes valles del norte dan cobijo a las tierras más fértiles del este de África. Que en el sur, atravesando el país, nos iremos dando con las tribus más sorprendentes del continente. Que la capital alberga el mercado más grande de toda África o que el nacimiento del Nilo se encuentra en sus territorios. Sea como sea, no nos engañemos. Etiopía es otro mundo si miramos al nuestro con el rabillo del ojo. Enfoquemos la idea desde otra perspectiva, sin comparaciones, sin conclusiones precipitadas y dejémonos llevar hasta cogerle el pulso. Puede que hagan falta unos días, pero una vez lo consigamos, veremos que todo se va transformando en un viaje no apto para todos los viajeros, pero el que consiga salir indemne de todos los problemas surgidos, Etiopía dejará la huella más profunda grabada en nuestro corazón.
SEGURIDAD
Este aspecto preocupante en muchos viajeros debe ser tratado con mucha objetividad. Esto es África y en eso debemos basar nuestros cuidados a la hora de mostrar por las calles de las ciudades grandes: móviles, cámaras de fotos o dinero. Mientras estos cuidados debemos ponerlos en preferencia, cuando salimos de las grandes urbes, todo cambia bastante. La Etiopía rural, que es el 90 por ciento del territorio, es segura. Los transportes públicos, son harina de otro costal. Vayáis donde vayáis, en todo momento, el equipaje de mano y el grande con vosotros. Nada de ponerlo en la baca del autobús. Hacen interminables paradas para recoger a gente de todos los lugares. No podréis ver lo que se mueve arriba. Y por mucho que llevéis ropa solamente en la mochila, eso es un lujo para los ladronzuelos.
Los carteristas son el peligro más frecuente que podamos cruzarnos en nuestro camino. No os fieis de los trajeados que dicen ser de tal sitio y que os invitan a un té. Muchos viajeros se han quejado de tal personaje muy de moda últimamente, llevándoos a restaurantes donde la factura por una cerveza es subida a 100 dólares.
Después de esto, puedo decir que yo no he tenido ningún problema en un mes de viaje. Pero he prevenido mucho antes de salir a lugares con dudosa reputación. En el itinerario marcado abajo, puedo dar fe, que ha resultado ser seguro en todos los aspectos.
No os dejéis intimidar por los niños pidiendo. Muchos de ellos utilizan la táctica de distraer mientras otros agarran lo que pueden. Mochilas adelante sin pararse y no ocurre nada. En la zona de Yabelo, una propina mal dada, hizo que me rodearan un grupo de 20 personas. Hasta que no solté más dinero, no se quedaron tranquilos.
PRESUPUESTO
-Billete de Barcelona a Addis (Escala en Dubai) Ida y Vuelta: 819 Euros.
-Transportes Autobús o taxis: Muy baratos. Sobre todo los colectivos, aunque no es la mejor manera de viajar por el país, os acercarán muchísimo a la gente, quizás demasiado, porque donde caben dos, allí caben cinco. Un caos total. Los Tuk tuk, son muy económicos y útiles para moverte en distancias cortas. Hay que negociar el precio previamente.
-Propinas: Son muy típicas en África al acabar un servicio de guía local. No está de más dar un par de euros. A ellos les supone una importante cantidad y a nosotros no. Los restaurantes esperan propina, aunque las tasas no estén incluidas a menudo en el precio, engrosando la factura final.
-Dormir: Pagad 30 euros por un motel u hotel. Las pensiones que a menudo rozan los 5 Euros, son un desastre. Si os va el viajar lo más barato posible, “es posible”, que pilléis pulgas, chinches y hagáis una partida de cartas con las cucarachas en las noches más solitarias. Los resorts, que no abundan precisamente, rozan los 60 euros y son todo un lujo en el país, no pudiéndolos poner en la escala europea.
-Comida: Barata. Muy barata. Podéis comer en restaurantes platos de pasta por unos 3 euros. La “injera”, no pasa de los dos euros. Son generalmente generosos y con uno es suficiente. Los refrescos cuestan alrededor de unos 8o céntimos de euro. El café unos 20 céntimos de euro.
-Viaje organizado desde España: Podemos encontrar múltiples ofertas en grupos de 12 a 16 personas. Para hacernos una idea, sobre unos 23 días con todo incluido, podemos hablar de unos 4.000 Euros por cabeza (una locura).
-Viaje organizado desde Etiopía: Recomiendo Taitu tour. Por unos 2.700 euros, podemos estar 24 días, con todo incluido, estando solos, sin grupos y con un guía para nosotros solos. Se necesita hablar inglés.
TRANSPORTES
Avión: Los vuelos si andamos muy justos de tiempo, vienen muy bien en Etiopía. La compañía que gestiona los viajes por todo el país, es Ethiopian Airlines. Sus precios, no son de una compañía Low Cost. Cuatro aviones que me llevaron desde Addis a Lalibela, de Lalibera a Axum, de Axum a Gondar y de Bahir Dar a Addis de nuevo, me salieron por unos 395 Euros. Es muy importante si volamos con Ethiopian Airlines desde nuestro país de origen, tener en cuenta que dispondremos de un importante descuento para los vuelos internos. Yo no lo hice por incompatibilidades horarias y también porque quería hacer escala en Dubai y visitarla. Tengamos presente, que los retrasos son casi una formalidad en Etiopía. De los cuatro vuelos, tres fueron demorados unas horas ¿casualidad? No lo sé, pero es lo que a mí me sucedió.
Buses: Baratos e incomodos se miden por niveles llamados “Level”. Van a todos los lugares. Si no encontráis transporte directo, iréis saltando de autobús en autobús, hasta dar con vuestro objetivo. Hay que tener en cuenta que donde caben dos, caben cinco. Es una tontería tratar de abarcar un asiento para ti solito. Tarde o temprano cederás y arrimarás el hombro a tu compañero de viaje. Los desinfectantes, no son un mito. Antes de partir, puede que os rocíen a todos con insecticida. Abrir las ventanas para poder sobrevivir a tal atentado contra vuestra salud, irá en contra de las normas no escritas en los transportes. Nadie quiere entrar en un autobús sin piojos y salir con una legión formando en la cabeza. Prefieren intentar sobrevivir a un ataque de veneno gaseoso. Si me llamáis exagerado, en el mismo avión de Addis, con Emirates Airlines, una cucaracha decidió darse una vuelta por mi brazo. Cinco minutos después, las azafatas pasaban fumigando con un camuflado ambientador a diestro y siniestro.
Las carreteras de Etiopía, son duras. No he de deciros que el índice de mortalidad es algo bajo, por la sencilla razón de que los etíopes carecen de vehículos privados y que andan con sus burros tirando de carretas. Pero los camiones y autobuses van endemoniadamente rápidos. No sé qué les hace ver de noche. Las luces las encienden tan tarde que dudas si la factura va a parte del vehículo. Apurar tanto…¿para qué?
Taxis y Tuk-tuks: Viejos y algo destartalados. Ambos son buenas opciones para recorrer distancias cortas a un muy buen precio pactado de antemano. Mientras los taxis se mantienen en las grandes ciudades como la capital, el Tuk tuk, es el vehículo estrella en casi todo el país. Podremos asemejarlo con los que se utilizan en Asia, aunque estos estén algo más tapados con cortinas o puertas de madera fabricadas por los mismos conductores. Aunque tengan mala fama y seguro que vayan a cobraros de más, si tienen la posibilidad de ayudaros a resolver cualquier duda, lo harán.
COMIDA
Injera, pan de plátano y picantes especies, son los platos nacionales. Personalmente, no puedo con ellos. Puede que vosotros los aceptéis e incluso os gusten. Los precios son realmente baratos y podemos comer estas especialidades por menos de 2 euros. También podemos comer cabra, pollo o ternera. No muy aconsejables en según que lugares, porque está dura. La pizza, difícil de encontrar os puede sacar de un apuro. La pasta italiana con salsas terriblemente malas, os pueden sacar adelante en el viaje.
Si circulamos por carretera, los niños van vendiendo productos que podéis comprar. Bananas, cereales, galletas etíopes, patatas hervidas, mazorcas de maíz y un sinfín de matahambres que iremos encontrando en diferentes zonas del país.
Mi consejo es que andéis con ojo en pedir hamburguesas. El único problema estomacal que tuve grave, fue por comer una que no debería estar en buen estado. En las ensaladas, retirad las cebollas y los tomates, a menudo cortados y guardados tres días hasta que un comensal lo pide. La sopa suele estar buena y no causa problemas.
Comer es tremendamente barato en lugares de dudosa fama. Pero si adentráis vuestras mochilas a las zonas rurales, no tendréis más remedio que tirar de estos locales.
Los supermercados, a excepción de Addis y grandes ciudades, no existen. Encontrareis en todo caso tienduchas con bebidas y nada más.
CAMBIO DE DINERO
El cambio, está sujeto, cómo no, a los mercados. Yo he ido, estando el Euro a unos 24 Birrs. Los cajeros brillan por su ausencia fuera de las grandes ciudades. Los tipos de cambio del aeropuerto para salir del paso, son inferiores, pero no escandalosos. Los guías turísticos que estáis obligados a coger para visitar cualquier templo, tribu o parque, os podrán informar de dónde cambiarlo. Siempre tienen un amigo, dispuesto a cambiar a mejor precio que en los bancos.
Un consejo fundamental para ir al sur y fotografiar a las tribus, es llevar billetes de 5 birrs. Es el precio que os pedirán en todos los lugares para hacer instantáneas personales. No aceptan billetes muy viejos y el cambio puede resultar un problema. Antes de partir hacia tierras lejanas, llevad cambio en moneda etíope. No cambiéis por dólares antes de partir. Los Euros son aceptados y no perderéis comisiones por cambio de dos monedas.
Los cajeros de Addis, funcionan con las típicas tarjetas, pero recomiendo que llevéis vuestro dinero desde vuestro país de origen.
VISADOS
Es necesario obtener uno de entrada. No os alarméis. Podéis hacerlo en las embajadas europeas y gastar algo de dinero en mensajería o sencillamente dejaros caer por el aeropuerto y hacerlo a la llegada (VOA) Visa On Arrival. El precio ha subido desde los últimos años. Un visado para 30 días como máximo son 48 Euros. Uno para 90 días, ronda los 78 Euros, siempre dependiendo cómo esté el Euro de fuerte cuando hagamos el viaje
VACUNACIONES
Atentos que esto es África. Probablemente vuestro carnet de vacunaciones, si está vacío, habrá que llenarlo de sus sellitos correspondientes para no pillar nada extraño, si lo que queremos es movernos por todo el país. Sólo los que hagan parada en Addis, no necesitarán tomar nada. Las vacunas obligatorias para vuestra salud son las de la Hepatitis A y B, la del tétanos, la tifoidea y usar sobre todo una prevención contra la malaria. En mi caso he usado Malarone, que pese a sus síntomas secundarios, es mejor no dejar nada al azar.
Recordad, que las ropas oscuras (en contra de lo que piensa la gente) y estrechas, como la licra, son más propensas para que el mosquito busque y pique. Un buen repelente puede ser la barrera entre coger la malaria o no. Recordemos que es la enfermedad que mata a un millón de africanos anualmente.
Con la comida, sencillo. Pelarlo, hervirlo o cocinarlo. Lavarse las manos a conciencia previamente a una comida porque en alguno lugares, no tendrás más cubiertos que tus propios dedos.
Agua. Embotellada. Por supuesto. Esta regla, vale para todo viajero y todo viaje. Para los más finos, lavarse incluso los dientes con agua de confianza.
Y aquí, el consejo del viaje: El polvo. Evitar tragarlo durante los trayectos, mediante pañuelos en la boca y nariz. Ya me lo diréis.
CLIMA
En un territorio donde el norte está rebosante de montañas fértiles, el este alberga tierras estériles y desérticas, el oeste se cita con algunos de los parques naturales más impresionantes del país y un centro roto por las cordilleras de Bale, el clima en Etiopía suele entrar en esa dinámica que caracteriza a África: imprevisible. Según los etíopes, la temporada alta empieza en diciembre. No entiendo muy bien qué es temporada alta y baja en aquellas tierras, pero agosto, es un mes estupendo para visitar el país, cuando medio mundo decide girar la vista hacia otros destinos, nosotros disfrutaremos de una estancia exenta de turismo.
GUIAS RECOMENDADAS
ETIOPÍA DE LAS GUÍAS BRADT. AUTOR: PHILIPS BRIGGS (ESPAÑOL). Fue la que yo utilicé en mi viaje. Llena de información, nos ayudará a entender al país un poco mejor, acercándonos a sus gentes. Las opiniones objetivas del autor son recomendables, aunque a menudo se deja llevar por sus visiones personales, que yo a nivel de lector y viajero he llegado a compartir durante mi travesía por este inolvidable país.
ETIOPÍA (LONELY PLANET). EXCLUSIVAMENTE EN INGLÉS: La de toda la vida. Algo sosa y distante, confunde a menudo al lector por encasillarlo siempre como a un turista australiano.. Deberían imprimir más carácter dependiendo del país en el que se venda.
ITINERARIO
ITINERARIO DETALLADO
ADDIS ABEBA
Tremenda, ruidosa y gris a primera vista, puede que acabe gustándonos más de lo que preveíamos. El golpe resulta letal si nos dejamos caer entre sus fauces, recién aterrizados. Pero si volvemos después de haber concluido un viaje por todo el país, Addis nos parecerá más familiar y llevadera. La capital, se deja acariciar pero no domar. Sería de hipócritas pasar por alto su alto grado de pobreza extrema, sus miles de mendigos deambulando sin rumbo o de los tullidos que no dejan indiferente a nadie que tenga un mínimo de conciencia. Como centro del país, superpoblada, los carteristas pasean a sus anchas, acechando a los más desprevenidos.
Su iglesia, su gran Mercado, considerado el más grande de todo el continente, sus museos y su enorme cartera de restaurantes y hoteles, hará que podamos pernoctar más de una noche sin estar aburridos.
Addis, queda para los que hacen parada obligatoria y quieren salir pitando o los que no tengan más remedio que hacer más tiempo del deseado. Su clima duro, debido a su altura, su contaminación y la suciedad, no pasan por alto para los viajeros más exigentes, poniéndola en la misma rama de ciudades de África que pasan con más pena que gloria.
Dos días son suficientes para visitar los puntos de interés y nada más. Recomiendo a nivel personal, que dirijáis vuestros pasos a vuestra siguiente parada que nada tendrá que ver con la capital de África.
LALIBELA
Un imprescindible de cualquier ruta cultural por el norte del país. No creo que nadie quede decepcionado de este precioso lugar, cargado de misterio. Sus iglesias excavadas en la roca, no sólo son un reclamo para el turista, sino que están repletas de feligreses haciendo rezos, de sacerdotes encargados de custodiar estas ancestrales construcciones y si a todo esto le sumamos que la gente es estupenda, la comida aceptable y los paisajes descarados, damos en el clavo para empezar el viaje con el mejor pie posible.
Recomendaría, que se dediquen mínimo dos días a visitar esta ciudad. Pese a ser pequeña en extensión, sus iglesias requieren tiempo. Coger un guía es lo más sensato. Él os guiará por pasillos secretos que jamás hubierais encontrado por vuestra cuenta. Os meterá de lleno en su historia y podréis acceder sin restricciones al interior de estos cavernosos templos.
Una caminata a la iglesia de Sta Maria, situada a ocho kilómetros, atravesando aldeas, cultivos y horizontes imposibles, hará que memoricéis este enclave, como un recuerdo imborrable.
AXUM
Su llegada decepciona. Pero es un punto muy importante para ponerle pies y cabeza a todo lo que hemos e iremos viendo en el norte cultural. El arca de la alianza está en una pequeña iglesia, custodiada por uno solo guardián y nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a pasar. Es el mejor secreto guardado de todo el continente y creo que va para largo. La historia la podéis leer en el post que hice acerca de ellos. La ciudad ofrece mucho más. Una cultura mucho más antigua, de los tiempos de la reina de Saba, aguardan entre sus excavaciones medianamente cuidadas. La ciudad por la tarde se convierte en un hervidero de jóvenes tomando cervezas. Un paseo después de una excursión cultural, os pondrán en contacto con la población local, muy educada y siempre dispuesta a ayudar.
GONDAR
Este tercer punto y quizás es más impresionante en mi viaje debido a la situación por la que viví, hace que Gondar sea un paréntesis. Sus castillos medievales, nos transportarán a la Europa que muchos conocemos. De una belleza incuestionable y unas iglesias centenarias donde el silencio de la noche engulle incluso a los rezos, podemos pasear sin percatarnos que andamos en Etiopía.
Durante mi visita, los altercados entre la población y el ejército, marcó en sino del viaje. Con el populacho cabreado, lo lógico hubiera sido no ir como muchos hicieron. Pero un billete no anulado me situó en el ojo del huracán. Gracias a un guía especializado y caminando por la población a toda prisa, pudimos ver los lugares más importantes, entre nervios y miedo por lo que pudiera pasar. Una vez la noche tapó cualquier rastro de luz, en el hotel, no nos dejaron salir por nuestra seguridad.
BAHIR DAR
Con esta cuarta parada, podemos decir que el circuito del norte lo tendremos completo. Recomiendo que el camino desde Gondar, se haga en coche o autobús. Los paisajes son de los que no se olvidan fácilmente e iremos atravesando aldeas donde la vida se vive en la calle. Los caminos nunca te aburren, si a estos le añadimos unos puertos de montaña, un verde intenso y a ratos el lago Tana asomando tímidamente entre los valles, podemos hablar de que el viaje acaba siendo una maravilla.
Bahir Dar. Es una ciudad dinámica. Con un carácter tropical, la gente parece haber cambiado de país y que el radicalismo cristiano de las tierras altas, queden en otro plano. La gente es más abierta y la muchedumbre en sus mercados no debe amedrentar nuestro paseo para disfrutar de la vida que se respira en la arteria principal, ubicada en la iglesia de San George. Sus mercados son divertidos. Venden de todo. La ciudad parece que se esté preparando para ser un destino turístico en potencia. No me extraña. El lago Tana, anda pegadito y es un auténtico mito de la literatura africana, al alcance de nuestra mano. Las calles en obras le deparan un futuro prometedor. Los hoteles de alta categoría, están al alcance de nuestros bolsillos y la calidad es muy superior al resto de las ciudades que he visitado.
LAGO TANA
Es el principio o el fin, como queramos hacerlo del circuito norteño. Sus mansas aguas con su enorme extensión, le pillarán a más de uno por sorpresa. Este mítico lago, que tantas veces he leído en la literatura de viajes, da nacimiento al Nilo Azul. Podemos navegar por su vientre materno, no viendo claramente dónde van a buscar las aguas su destino, pero los hipopótamos, las aves, el entorno, sus míticas historias de aventureros, misioneros y buscadores enfermos por encontrar el nacimiento del río padre, hará que estemos navegando en unas aguas llenas de historias exitosas como fallidas en el pasado.
CATARATAS DEL NILO
Un largo camino desde Bahir Dar, nos llevará por uno de los caminos más fascinantes del viaje. Si no hemos venido de sur y estamos aun empezando el viaje, agarraros bien, porque es una ruta que queda grabada en la mente. En apenas dos horas de viaje con unos terribles socavones en la carretera por asfaltar, iremos cruzando granjas y aldeas. La diferencia entre esta zona y la de Bahir Dar es muy chocante. La pobreza te abraza y te estruja, pero la belleza de su sencillez, de sus gentes y de unos paisajes que huelen a África pura, acaban por dejar casi en un segundo plano la visita a las famosas Cataratas.
Para llegar a las cataratas, es imprescindible y obligatorio contratar a un guía oficial que te lo proporciona la oficina de turismo, donde compraremos la entrada. En apenas una hora a paso lento, iremos cruzando un precioso puente portugués, viendo como las gargantas del Nilo, rompen con unas vistas de gran belleza.
El salto del agua, mermado debido a la construcción de una presa para dar luz a los etíopes, es indudablemente un imprescindible. Había oído que apenas caía un chorro de orina. Mentira. Cae a plomo bastante agua, viendo como la mitad de la montaña anda seca por el corte de su presa. Yo con la otra mitad, me conformé y me gustó mucho. Cuidado con la zona. Muchos viajeros en días anteriores a los nuestros no pudieron entrar. Etiopía aunque es segura, a menudo tiene unos conflictos internos que pueden dejar al turista en jaque mate.
LAGO LANGANO
Aquí venía un punto de inflexión en el viaje. Es la diferencia marcada entre el norte y mi comienzo de camino hacia el sur. Situado en el centro del país, en el Valle del Rift, marca el camino para ir hacia las tribus más alejadas.
Nosotros tuvimos que coger un vuelo a la capital y hacer muchísimas horas de viaje por carreteras hasta llegar a este pequeñito paraíso pensado para un turismo muy exclusivo.
El lago de cobrizas aguas, está pensado para que la gente adinerada en temporada alta, venga, disfrute y se relaje. La auténtica Etiopía no se encuentra precisamente en este bonito y enorme trozo de agua. Tampoco sería justo decir que os lo paséis de largo. Las vistas y la tranquilidad tan necesarias después de tantos días sin parar, son a menudo imprescindibles en un viaje de esta envergadura.
Existen hoteles lujosos, pero también campings donde plantar las tiendas y dejarse llevar por la naturaleza.
Un lugar muy recomendado para mi gusto. Parece que hayamos cambiado de país. El contraste con el norte empieza a notarse durante el camino.
ARBAMINCH – LAGO CHAMO
Esta ciudad dividida en dos partes, da la sensación de que lo rural predomina ante cualquier asomo de modernidad. Sin carácter apenas, sus alrededores son de los más impactantes de Etiopía Central. Con un lago que debemos subrayar en nuestro itinerario, el lugar en cuestión ofrece diversas visitas que nos irán introduciendo en la cultura tribal que empieza a asomar por el horizonte.
Los Dorzae son una tribu que se encuentra en minoría, comparándola con otras tribus etíopes. Eso no debe menguar vuestras ganas de visitar sus preciosas aldeas con casas en forma de cabeza de elefante. El camino que sube desde Arbaminch es de una belleza tan simple como aplastante. Sus bailes y volteretas durante el camino hacia sus hogares, harán que al final soltéis alguna moneda a los chavales que tanto os harán reír.
El Lago Chamo, de una diversidad ecológica asombrosa, nos ofrece cocodrilos gigantescos, hipopótamos, aves rapaces, pelícanos y pájaros endémicos. Un paseo con lancha, nos pondrán casi delante de las fauces de los temidos cocodrilos del Nilo.
Nosotros estuvimos pasando las noches en Arbaminch Lodge. Un increíble lugar de elevado precio, unos 85 dólares la noche. Las vistas del Lago Chamo y del Lago Abaya, unidas por un puente natural hecho de montaña, eran visibles desde la terraza de nuestra habitación. El pueblo cuenta con acomodaciones más acordes a viajeros más conformistas. Mi punto de vista era claro. A partir de ese punto, sabíamos que los alojamientos hacia el sur serían deplorables, así que decidimos tirar de tarjeta y permitirnos ese pequeño lujo, que acabó convirtiendo nuestra estancia en Arbaminch en una extraña visita de auténticos “farangis”.
JINKA
Duro, muy duro es el camino que hay que hacer para llegar a Jinka desde Arbaminch. Tan cansado como memorable. Cruzaréis parajes tan desolados que os asaltarán las dudas del cómo la hacen para sobrevivir los Konso en tales lugares.
Los Konso, una tribu ordenada y muy creativa, cultiva sus tierras con esfuerzo y un sistema de terrazas único en todo el continente africano. La aldea es grande, entretenida y muy afectiva con el turista. Puede que los niños acaben agobiando un poco al principio con sus inagotables demandas de dinero, pero con el tiempo acabas llevándolo bien a tu manera.
El pueblo de Jinka, dejará mucho que desear al que llegue con ganas de visitar alguna cosa. Es feo y polvoriento pero necesario para entrar en el Parque Nacional de Omo y Mago. Es un lugar estratégico para pasar la noche y continuar hacia el Sur. El lugar elegido para pernoctar fue Orit, un motel de carretera muy económico, lleno de mosquitos pero con mosquiteras decentes. Como viene siendo habitual en el país, una televisión encajonada en una caja metálica, sirve para que los aldeanos, por una módica entrada, puedan disfrutar de televisión y de este modo ver las telenovelas indias. Por ese motivo la terraza de este peculiar motel, estaba siempre a rebosar.
P.N. DE MAGO Y OMO
Todo viaje tiene su punto clave. Cada cual sabe qué punto del camino se va a quedar grabado en su mente. Para mí, llegar a estas tierras, fue empezar otro viaje, otro país, otra cultura, otro mundo. Es odioso pretender comparar el Norte con el Sur, teniendo un abismo de diferencias paisajísticas y culturales. Muchos deciden hacer una parte solamente debido a la dificultad que entraña sumergirte en las desconocidas tierras sureñas. Personalmente, si no hubiera sido por esos veinte días que anduve por Mago, Omo Valley, Yabello, Omorate, Jinka y Turmi, el viaje hubiera sido fascinante, pero como tantos que he hecho. La diferencia la pusieron estos enclaves mágicos que jamás olvidaré. Desde mi punto de vista, quien vaya a Etiopía y se olvide de toda esta vasta extensión, comete el error de no conocer la Etiopía que todos soñamos encontrar. Es una opinión personal…
Tanto el Parque Nacional de Omo como el de Mago, te hacen pensar que el objetivo del viaje ha sido logrado. Pero no. Sólo acaba de empezar. Su riqueza cultural se divide en tribus inolvidables. Los Mursi se hallan entre bellos valles donde los caminos serpentean bajo unas vistas inimaginables. Puede que los caminos más bellos de toda mi vida viajera los haya realizado durante este viaje.
Hospedarse en Omo y Mago es mala idea. Imprescindible ir con alguien externo y una vez estemos en las aldeas, alguien interno nos haga de intérpretes. Para los más atrevidos, no está permitida la entrada sin algún guía local. La mejor opción es dormir en Turmi.
TURMI
Parecía desde que salimos de la capital, después de haber visitado el norte, que el objetivo final era Turmi. Sé que estábamos equivocados, que tan solo llegar, suponía que la mitad del viaje quedaba cubierta, quedando delante muchos kilómetros de camino y otros tantos días divagando por tierras desconocidas. Pero Turmi, al estar tan alejada de todo, se nos antojaba cuando echábamos un ojo al mapa, como el punto más recóndito de nuestra ruta. Mal encaminados no íbamos.
En Turmi no hay nada y hay de todo. Es un pueblo que consiste en una calle principal de tierra con tienduchas y poco más. Parece que estemos en una película de Tarantino, en pleno rodaje de algún western barato. No sé cómo ni de qué manera, este lugar te acaba atrapando de manera enfermiza. Si me preguntaran sobre un tal Turmi en la Etiopía del Sur, diría que simplemente lo amo. Me quedé extasiado con la calma, con la convivencia de diversas tribus que iban saliendo de sus chozas, viviendo en una armonía casi imposible.
No penséis que os lo pasaréis por alto. Tarde o temprano pasaréis por aquí, si vuestro propósito es visitar a las etnias más importantes del país. Es una base ideal para hacer visitas relámpago a las montañas, a los desiertos y al gran río Omo.
Dormir en Turmi puede ser un suplicio si cogéis lo primero que veáis. Yo estuve viendo las que quedan en pleno centro y son decrépitas y sucias. Eso sí, baratas.
El lugar más recomendado, aunque no por su personal, es el Buska Lodge. De una privilegiada situación, pegado al seco lecho del río, sus paseos al atardecer son de los que no olvidaréis fácilmente.
Imprescindible ir a ver a los Hamer. Es quizás la tribu más sorprendente de las que podáis encontrar en todo el país. Sus ceremonias, como el salto del toro, son de obligada visita si tenéis la suerte de coincidir. Son algo más ariscos que los Karos o los Dassanech, pero a su favor, diré que son los que más huella dejan.
OMORATE
Pegado a Kenia, por una carretera entre acacias y termiteros gigantes, llegaremos a este sucio y extraño pueblo que contiene el único puente que cruza el río Omo en muchísimos kilómetros.
Un paseo por sus calles no nos dirán nada. Es más, la sensación de aislamiento total está muy acentuada. Tengamos en cuenta que aquí residen muchos contrabandistas. El lugar no da mucha confianza.
Debemos atravesar el río e ir a ver a los Dassanech. Son increíblemente amables y sus bellas mujeres harán que bailéis al ritmo de sus delicadas voces. El río Omo curva y vemos curiosamente como esa vena de vida, cargada de agua, va llenando cultivos no muy alejados de la orilla. Son duras tierras donde la plantación de cultivos se hace imposible, debiendo disputarse los terrenos más agraciados entre tribus, surgiendo batallas por la supervivencia.
KORCHO
Hogar de los Karos y puede que los más fotografiados de esta región. Sus fusiles de asalto no son meros adornos con los que el turista pueda fotografiarse. Su defensa del territorio es sagrada y deben estar atentos a posibles invasiones de enemigos. Son amigos de los famosos Hamer y la simpatía frente al visitante choca de frente con sus pinturas de guerra. Impactan nada más verlos, pero con unos minutos, acaban aceptando tu presencia. Increíble lugar.
YABELLO
Salir del sur para dirigir nuestra ruta al sureste, era como despedirnos de la Etiopía más radical y real que uno pueda imaginar. Todo cambia, todo se transforma, dando lugar a nuevas tribus, clanes o etnias. No puedo acordarme de todos los nombres, pero cada cientos de kilómetros, las vestimentas, los peinados e incluso la tez de sus pieles iban cambiando. Sus casas, sus pueblos eran distintos y una frontera invisible iba marcando nuestro paso de una tribu a otra. Desde Turmi a Yabello puede que quedemos algo tentados de tirar la toalla. La dureza de las carreteras etíopes hacen justicia a su fama de intransitables.
Yabello, es un lugar horrible, pero necesario para dormir y continuar adelante. Nosotros pasamos dos noches en un motel de carretera y poder descubrir sus fantasmagóricos entornos. Como ciudad, puede que sea un importante nudo de carreteras que se dirijan a diversos puntos del país, pero carece de alma, aunque marque una fuerte personalidad, pudiendo desde la terraza del hostal, ver como los autobuses paran para a los pocos minutos llenarse y salir pitando.
En sí, no hay nada interesante para visitar. Es más, usé Yabelo como puente para descansar. La única vez que fui atacado por un mal de estómago fue allí, y me tuvo en jaque durante casi una jornada entera.
Los paisajes que lo envuelven, no son algo para recordar, pero sólo recorremos unos cien kilómetros, atravesando el corazón de los Borena, llegaremos al lago Chew Bew. Puede que este curioso volcán decepcione al verlo, pero el recorrido para encontrarlo, es de los más bonitos que podamos hacer por estas tierras.
Aquí, como ocurre en muchos sitios de Etiopía, el tiempo se detiene y las urbes son casas con tejado de latón. Las aldeas, más frecuentes suelen ser más vistosas y mucho menos abiertas al turismo. Los Borena, son gente muy reservada y la belleza de las mujeres ataviadas con coloridas y llamativas túnicas, hacen que cada día sea una nueva aventura digna de recordar.
A menudo pienso que Etiopía, es bella, amplia e ilimitada por horizontes blanquecinos donde nuestra vista decide no pasar más fronteras por la lejanía. Pero lo llamativo, lo que hará que nuestro viaje sea inolvidable, son sus gentes. La variedad de culturas en una misma patria, es desbordante y a menudo imposible de seguir.
AWASSA
Después de andar descubriendo la zona de Yabello, decidimos ir a las Montañas de Bale, no sin antes hacer una parada en Awassa.
Regresábamos al centro del país y al Valle del Rift donde los lagos más bellos tienen su lugar. El lago de Awassa no iba a ser una excepción. Siendo el más pequeño de todos, su magnetismo, su acerado color fundiéndose con el cielo, hacen de esta obligatoria parada logística, una sorpresa.
Hay muchos lugares para dormir en esta ciudad moderna, con avenidas ordenadas y bonitos parques donde pasear. Venir de la somnolienta Yabello y aparcar tu mochila durante una jornada en la bonita Awasa es cambiar de chip y preguntarte dónde quedó la Etiopía que viste durante tantos días.
El lugar donde pasamos la noche fue el Lew Hotel. Situado en las afueras, peca de querer ser demasiado presuntuoso, quitando encanto a las impresionantes vistas del lago. Su personal atento y servicial, hará que entendáis el alto precio que se paga por una habitación.
BALE MOUNTAINS
Nadie que conozca ha estado en este parque nacional. No entiendo por qué. Puede que su lejanía, haga que necesitemos más días para poder visitarlo, sacrificando otras zonas mucho más habituales y típicas. Lo entiendo.
Si me quedé con las ganas de ver las Montañas de Siemen, ahora no iba a desaprovechar e iba a pasar unos días en los Alpes etíopes. No vimos a nadie haciendo turismo. La gente nos decía que era temporada baja. No entiendo tampoco mucho lo de las temporadas, siendo el clima muy benévolo en Agosto, más en esta zona. Puede que las nubes taparan a menudo las vistas, pero a medida que el coche iba avanzando, los claros se abrían delante nuestro, mostrando un horizonte verde e inerte.
La búsqueda de fauna, se convierte en el principal objetivo de las excursiones. Avistar animales, se convierte en una divertida obsesión. Con prismáticos en mano, íbamos viendo como poco a poco, las especies endémicas iban saliendo a nuestro paso. Las duras condiciones a tan exageradas altitudes, hacen difícil asimilar cómo la vida se abre paso.
Dormir en Bale Mountains puede que sea una excelente idea. La acampada está permitida siempre con un previo pago en la entrada del parque, pero deberemos contar con un muy buen equipo. Las temperaturas son muy bajas y el viento es cortante. La opción de dormir en Goba, no está mal. El pueblo no tiene absolutamente nada y solo un hotel puede alojaros “decentemente”.
Como viene siendo habitual, el aislamiento en esta zona….sigue siendo brutal.
AWASH
Sí. Lo sé. Estoy muy pesado con el tema de que en este viaje me he sentido tan aislado de todo que apenas he reparado que andaba de vacaciones. Parecía más una investigación para mi página web, de un país que apenas toca el turismo. El norte anda ocupado con la entrada de visitantes que están animándose a visitar la grandeza histórica que ofrece. El sur con sus tribus, no están exentas de atrevidos aventureros que gozan de un privilegio único en África. Pero desde Yabello a Awash, Etiopía me dejó casi sin fuerzas. Sin una señal de turismo, con carreteras demoníacas, sin apenas tiempo para parar, el viaje empezaba a entrar en una espiral a contra reloj. Los paisajes te engullían. Las planicies desérticas acentuaban la sensación de que allí no se te había perdido nada, sino que te habías perdido tú. Todas esas sensaciones que sentí en esos últimos días de viaje, paradójicamente fueron las más profundas y memorables.
Awash puso el broche final. En medio de la nada, camino a Yibuti, por grandes tierras volcánicas, con cielos encapotados de pura calima, el coche iba haciendo carretera con dificultades, debido a la enorme cantidad de camiones que iban circulando a toda velocidad.
En un desvío, el Parque Nacional de Awash. Como si pasara desapercibido, sin fama, sin turistas, este precioso lugar, es lo más parecido a la sabana africana que puede ofrecer Etiopía. Vale, seamos sensatos y digamos que no es el Serengueti. La soledad en sus arenosos caminos, en sus polvorientas acacias, vienen acompañadas de un bonito río que recibe el mismo nombre del parque. Las cataratas situadas enfrente del campamento, son de respetables dimensiones. El sonido de sus rompientes aguas, ahoga tímidamente el sonido de las hienas cantando bajo la luna.
Vuelta a Addis y fin de una aventura
CONCLUSIONES FINALES
Un mes por Etiopía. Qué rápido pasó todo, o qué despacio. No sé. Dudo si analizar el viaje tan pronto es buena idea y decido esperar un mes para poder enfocarlo objetivamente. Imposible hacerlo. No es factible ser sincero. Voy a dejarme llevar por la nostalgia reciente de mis largos recorridos por caminos solitarios de este fascinante país.
¿Cómo hacer una valoración de un viaje tan emocional? No resulta fácil asimilar ciertos momentos durante muchas jornadas. A menudo me pierdo sentimentalmente y no puedo dar cabida en mi mente a tanta información que desfila por la ventana del coche mientras circulo. Quizás atravesar un pueblo en tan solo unos minutos, sean suficientes para crear un colapso total de mi memoria a corto plazo. Imposible retener tantas cosas de tan breve paso. Pero es que hay tanto que ver, que asimilar, que no puedo retenerlo y me veo escribiendo cada noche en mi ordenador un exhaustivo diario para que no se me olvide ningún detalle. Evidentemente paso por alto muchas cosas que al día siguiente, o a la semana o incluso al mes, por misterios de la mente, recupero y suspiro por aquel momento que pasé por alto, pero que mi cerebro guardó en alguna esquina, para rescatarlo y vivirlo de nuevo como una vivencia pasada pero fresca de nuevo.
Etiopía no está hecha para viajeros blandos. Tampoco hay que extremar poniendo barreras donde no las hay. Es un país que se deja llevar a su manera, a su estilo y a su ritmo. Olvidemos los relojes en casa y cuando queramos darnos cuenta, estaremos tachando del calendario los días que faltan para regresar, queriendo alargar una aventura que no deja indiferente a nadie.
No me creería que alguien volviera tal cual se fue. No puede ser. De algún modo u otro, Etiopía tocará alguna cuerda de tu corazón, afinándolo, poniéndolo a punto para que África vaya entrando por tu sangre, formando parte de ti, para que jamás se vaya.
Si buscamos algo distinto, algo memorable, un lugar donde todavía se encuentren antiguas culturas, paisajes deslumbrantes, gentes amigables y hospitalarias, entonces deberíamos poner a Etiopía en nuestra lista de sueños por cumplir.
Bienvenidos a Etiopía, una África diferente.
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