DESCUBRIENDO COLOMBIA
No temáis. El simple hecho de pronunciar la palabra Colombia, miles de malos pensamientos sobre la poca seguridad, los secuestros y los cárteles disparan nuestras alarmas en nuestros manipulados cerebros, impidiendo a muchos no poner los pies en una tierra bendita por increíbles paisajes, gente adorable y una cultura tan diversa que como reza el eslogan: “El único riesgo que hay, es que te quieras quedar para siempre”.
Empaqueta tu mochila y parte hacia lo desconocido, pero tomando como referencia, esta información tan práctica que he diseñado para ti, viajero independiente, para que puedas sacar el máximo provecho a un país asombroso y sin más dilación te diré que además es seguro.
Abajo, os dejo lo que yo hice durante 35 días. Evidentemente no planifiqué nada antes de subir al avión, sólo en Bogotá cuando el tiempo se me echó encima, no tuve más remedio que buscar una salida, una siguiente parada que me encarara hacia un nuevo viaje y un nuevo país por conocer. Mi intención con esta ruta que os he escrito, es poneros unas directrices nada fijas, pero que servirán de referencia. El orden es absolutamente innecesario. Podéis empezar el viaje por Panamá y acabarlo en Bogotá. Podéis dar el pistoletazo de salida en la costa caribeña e ir bajando hacia el sur. Sólo vuestra elección irá dibujando un viaje inolvidable e irrepetible porque es vuestro y de nadie más.
EL VIAJE
Habiendo recorrido casi toda latino américa, quedaba en alguna parte de mi ser una pregunta que debía tener repuesta ¿Por qué no Colombia? La mala prensa hacía presagiar mi aventura por el país de todo menos tranquila. Un país que siempre ha estado en boca de todos por su poca seguridad y como pude comprobar, los mismos colombianos, dan alas a sus pensamientos más perversos cuando hablan de la violencia que se genera entre sus fronteras.
Colombia va mucho más allá. Como país te atrapa y no te deja regresar. Recorrerlo con calma es fundamental porque la extensión y la variedad es tan desbordante que sería imposible pensar en hacerlo del tirón en tan solo un mes. Hay que dosificar e intentar elegir lugares, sacrificando otros enclaves sin sentirnos mal y menos arrepentirnos.
Con casi cinco semanas por delante y con una sobredosis de tristeza debido a la reciente muerte de mi padre, el viaje diría que estaba destinado al fracaso. Pensaba que sería un purgatorio, una transición en mi modo de vida viajando. Debía luchar contra la improvisación total y el tapón sentimental que apenas me dejaba ver lo que por mis ojos discurría, siendo más la mente y mis recuerdos lo que me hacía transformar la realidad en una inercia perezosa y viciosa.
Arrancar me costó. Bogotá no es precisamente un remanso de paz idóneo para encontrarse a uno mismo y poner en orden tus ideas. Llamada la nevera por sus bajas temperaturas, puede que hablemos de la cara más cruda del país, la fea del baile y un hueso duro de roer.
Llegar en sí es todo un espectáculo. El Dorado, un aeropuerto hostil, aparece en documentales conocidos como Discovery Channel, como una incautación de drogas a diario con unos controles que pueden llegar a ser surrealistas y muy duros de asimilar, cuando lo que uno sólo quiere es llegar y dirigir nuestros pasos hacia una pensión confortable y descansar después de tantas horas de vuelo. Los perros, profesionales en olfatear cualquier mercancía sospechosa, imponen un miedo infundado si nosotros vamos a lo nuestro, pero os diré que yo pasé el control con un buen par de chorizos y quesos traídos desde España.
¿Cómo empezar un viaje sin haberlo planeado? Parece difícil, pero esa es la filosofía que uso en mis aventuras. Puede que un cuarenta por ciento del itinerario lo tenga definido, pero el resto, lo dejo al azar y a los comentarios de otros viajeros, que voy recibiendo a medida que me voy moviendo. Puedo asegurar que el viaje difiere mucho al final, de lo que en un principio tenías planeado.
Lugares como Bogotá, donde todo lo bueno y también todo lo malo se concentra es un buen pulso que deberíamos tomarle al país. Si superamos la prueba, lo que venga más adelante será suavizado y nada habrá que temer. Evidentemente el idioma ayuda mucho y a menudo pasaba desapercibido cuando viajaba en los transportes públicos.
Los controles del ejército en los colectivos son comunes. Los perros policiales olisqueando el equipaje de mano son tan frecuentes que nos acostumbraremos a ello.
Moverse es fácil dependiendo dónde tengamos nuestros parámetros de la paciencia. Para tratarse de un país suramericano, podemos asegurar que hay para todos los gustos. Mientras en el Sur, las carreteras se hacen estrechas y las horas previstas son inventadas, alargando el viaje unas cuantas horas, en el centro y Norte, las grandes compañías operan de manera eficiente con mejores comodidades.
Una vez en la capital, debía tomar decisiones rápidas. Arrancar en una breve excursión a Zipaquirá, la famosa mina de sal ubicada a tan solo una hora en autobús, era una buena manera de coger tacto a los autobuses y desenvolverme entre los colombianos de la capital.
Después de estar dos días en Bogotá, uno en Zipa, discutiendo con la almohada del hotel situado en pleno corazón de la Candelaria, decidí arriesgar y bajar al Sur a buscar una zona donde estar tranquilo. El elegido fue el Desierto de Tatacoa. Llegar, fue una aventura en toda regla. Con continuos transbordos de autobuses en estaciones de ciudades que ni me acuerdo cómo se llamaban, me di de frente con una Colombia diferente a la que me recibió recién aterrizado. Los puestecitos en la carretera, asemejaban más la zona con un país asiático que con uno latino.
Villavieja, pequeño pueblo que sirve de trampolín al pequeño desierto, apenas se dejó ver. Con prisas pero sin pausas, acabé pasando tres días inolvidables en Tatacoa, envuelto en sudor, nostalgia, cielos estrellados y creando nuevas amistades con mochileros que llevaban lo puesto sin apenas un peso en sus bolsillos. Dormían a la intemperie, apenados por su infortunio, siendo inconscientes de la suerte que tenían y poco sabedores de la gran proeza que andaban construyendo a medida que iban creando su viaje por latino américa.
Mis días entre solitarios caminos, elevadas dunas con paisajes extraños llegaban a su fin y debía de nuevo debatir si seguir al Sur o visitar las tierras cafeteras. El mismo día que tomaba una cerveza caliente con unos viajeros franceses en compañía del anciano, propietario del estadero, decidí tirar para el Eje Cafetero. No entraba en mis planes principales pero quedaría cerca la capital de nuevo para recoger a mi compañera de viajes cuando viniera.
El Eje Cafetero fue una parte tan fundamental de mi recorrido por Colombia, que acabé por definirlo como el punto más imprescindible de mi viaje. El ambiente, los paisajes, sus paisanos, los preciosos pueblos arropados por tierras fértiles y ese especial aroma a libertad que se respiraba entre sus adoquinadas calles llenas de viajeros independientes, hizo que Salento, Filandia o Valle del Cocora, lo llevara el resto de mi recorrido entre mis pensamientos.
Pero el viaje seguía y me quedaban muchas cosas por ver y en teoría nada tenía definido. Un vuelo desde Pereira en la efectiva y económica compañía Viva Colombia, me escupió de nuevo a Bogotá, recogiendo a Lourdes y saliendo hacia Villa de Leyva.
Icónico donde los haya, este pueblo cuenta con una de las plazas más bonitas y grandes de América del Sur. El ambiente festivo, con un concurso de cometas, prometía jornadas y veladas de éxito para cualquier viajero. Sus inmaculadas calles, maquilladas de un puro blanco, se anexaban magistralmente a sus encantadores habitantes, siempre dispuestos a charlar entre unas mediocres cervezas colombianas. Sus alrededores, perfectos para las excursiones y sus paisajes distintos a todo lo visto hasta la fecha, dejaban entrever el gran potencial que exhibía Colombia sin pudor alguno.
Pero debíamos continuar al Norte. Me marqué ese objetivo. Acabar el viaje en Panamá. Así que sin razón aparente alguna, acabé en San Gil, la capital de los deportes aventura. Desde esta ciudad, se puede visitar el famoso pueblo Barichara y hacer todo tipo de actividades de riesgo que uno pueda imaginar. Yo opté por ir al Cañón de Chicamocha, a volar en parapente y acabar perplejo entre tanta belleza.
Desde San Gil, cogimos un autobús nocturno que nos llevó a Santa Marta, situada en la parte Norte de Colombia, donde el Mar Caribe regaba la costa con sus olas. Taganga nos sirvió para descansar y coger aire para ir al Parque Nacional de Tayrona. Unos días allí, entre jungla y playas de ensueño, se tornan en carácter obligatorio si el Norte está bajo tus pies. Puede que los más osados o los que dispongan de más tiempo, hagan la Ciudad Perdida, o se dejen llevar hasta casi la misma Venezuela pisando La Guajira, convirtiendo este paseo del norte caribeño en una auténtica aventura independiente, pero yo me tuve que conformar con visitar Palomino, uno de esos rincones que no sabes qué tienen, pero que dejan una huella en tu corazón.
Desde Santa Marta a Cartagena, pasando por Barranquilla, llegué a Cartagena de Indias. Soberbia y señorial, no es de esas ciudades que te hablen de tú a tú. Cartagena sabe que es la niña bonita, que su riqueza histórica no pasa inadvertida. Turística hasta la exageración, no hará que los menos sociales, salgan corriendo buscando refugio en algún pueblo perdido. No. Cartagena de Indias, se deja ver. Coqueta y hermosa en sus noches, hará que si acabamos el viaje aquí, nos llevemos el mejor recuerdo fresco que uno pueda imaginar.
Mi paso hacia Panamá, me obligó a coger un velero e ir surcando por el mar hasta San Blas. Era una cosa que quería hacer hacía muchos años y no me defraudó. Siete días entre islas de apenas un par de palmeras, con una adorable población, hicieron que mi regreso al Caribe desde mi última estancia en Belice fuera inmejorable.
Una vez en Panamá, y llegado al precioso pueblo de Porto Bello, acabé por destripar a un país que me costó descifrar. Su canal, su orgullo hacen que una visita merezca la pena. Pero después de haber estado un mes por Colombia, todo ahora me parecía gris. Mi perspectiva de Panamá o Ciudad de Panamá, quedó empañada por la dureza de una gente que no nos trató bien como visitantes.
Cinco semanas para recorrer cientos de kilómetros por uno de los lugares más temidos por los europeos, dan consciencia que muchas mentiras, adoptan realidades alimentadas por los mismos Colombianos. Por supuesto que hay lugares peligrosos, como los encontré en Panamá y no oí nada jamás. Pero dejando de lado estos contados sitios, podré decir más alto que nunca y con más certeza que nadie, que Colombia es un país diferente, especial y la belleza arrolla a cualquiera que presuma de trotamundos.
ITINERARIO
Día 1. Barcelona-Madrid-Bogotá.
Día 2. Bogotá – Zipaquirá.
Día 3. Bogotá – Neiva-Villavieja- Desierto de Tatacoa.
Día 4. Desierto de Tatacoa – Senderismo.
Día 5. Desierto de Tatacoa – Armenia – Salento.
Día 6. Salento (trekking por el eje cafetero).
Día 7. Salento – Valle de Cocora.
Día 8. Salento – Filandia.
Día 9. Salento – Pererira – Bogotá
Día 10. Bogotá – Museo del Oro – Subida al Cerro.
Día 11. Bogotá – Villa de Leyva.
Día 12. Villa de Leyva – Excursiones por los alrededores.
Día 13. Villa de Leyva – San Gil – Barichara.
Día 14. San Gil – Excursión a las cascadas.
Día 15. Cañón de Chicamocha – Parapente
Día 16. San Gil – Taganga
Día 17. Taganga – P.N. Tayrona
Día 18. Parque Nacional de Tayrona.
Día 19. Tayrona – Palomino.
Día 20. Palomino.
Día 21. Palomino – Barranquilla – Cartagena de Indias.
Día 22. Cartagena de Indias.
Día 23. Cartagena de Indias.
Día 24. Salida de Cartagena de Indias hacia Panamá en velero.
Día 25. Travesía en alta mar.
Día 26. San Blas (Mar Caribe)
Día 27. San Blas (Mar Caribe)
Día 28. San Blas (Mar Caribe)
Día 29. Travesía en alta mar hacía Panamá
Día 30. Panamá – Portobello
Día 31. Ciudad de Panamá – Visita
Día 32. Canal de Panamá.
Día 33. Ciudad de Panamá.
Día 34 y 35. Panamá – Madrid – Barcelona
EL PAÍS Y SUS GENTES
Colombia, es el único país suramericano que tiene dos costas ancladas en dos océanos: el Atlántico y el Pacífico. Su topografía también es causante de la forma de ser de sus habitantes. El país es muy curioso de estudiar y fácil de entender cuando llevas varias semanas mezclándote entre ellos. Mientras los blancos en el centro del país abundan, en los territorios caribeños los negros son los mayoritarios. Los indígenas separados del resto por territorios hostiles, viven agazapados a la espera que las guerrillas no se ceben con ellos. Sobrevivir es un hecho duro con el cual tienen que luchar a diario. Pese a esto, Colombia, tiene una de las clases medias más numerosas de latino América y las desigualdades aunque palpables, no son tan exageradas como entre sus países vecinos.
Caminar por el país e interactuar con sus gentes es parte de la filosofía de nuestros viajes. Aquí, especialmente, esto toma un carácter de gran envergadura haciendo amigos donde no creeríamos encontrar a nadie. Donde nos veamos perdidos, podremos preguntar sin miedo. Nos acogerán entre una cerveza, un buen tinto, o sencillamente una rica conversación cargada de buenas intenciones.
No hace falta decir, que en ciertos lugares, los buenos amigos con malas ideas salen hasta debajo de las piedras. Pero eso lo iremos viendo cada vez que lleguemos a un nuevo destino. En Colombia es fácil saber dónde está el peligro. Los focos continuos de violencia, están en ciudades muy conocidas. El sentido común nos pondrá en aviso y tiraremos de los colombianos más de lo que imaginamos.
Recordad, que hablar con ellos mientras dure vuestro viaje, es casi con toda certeza una de las mejores experiencias que tendréis durante vuestra aventura.
SEGURIDAD EN COLOMBIA
Puede que el narcotraficante Pablo Escobar, sobredimensionara el concepto “peligro de muerte”, al pisar Colombia. No seamos ingenuos y pensemos que aquello que se vio durante años en las noticias no eran invenciones. Violencia la hubo, la hay y la habrá. Tengamos en cuenta que como principal proveedor de cocaína del mundo, el país sigue sumido en una economía sumergida, que genera tantos millones de dólares, que la disputa por tan dispares números está servida.
A diferencia del pasado, los narcos, pasan más desapercibidos, habiendo crecido considerablemente el negocio desde la desaparición de Escobar. Si creemos que este señor era un tumor social, diré que ahora ese cáncer está más dividido aunque más extendido, haciendo una metástasis letal para un país que se quiere dar a conocer al mundo exterior pero que en vez de avanzar en pasos, lo hace de puntillas.
Hablemos de nosotros, los viajeros y la información práctica para no meternos en líos.
Si seguimos las rutas que he marcado en este itinerario, no deberíamos tener ningún problema. Es de cajón, que Bogotá, es un territorio incompatible con la seguridad, pero a su favor, diré que durante el día, está lleno de policías. Cuando oscurece y como en mi caso que estaba hospedado en “La Candelaria”, debéis andar con mucho cuidado, sin hacer ostentación de nada. Los móviles y las cámaras fotográficas, son muy demandadas por los cacos, que esperan en cualquier esquina. Las calles solitarias, evitarlas a toda costa a no ser que vayáis con otros grupos que se atrevan a cruzarlas. Puede que veáis que exagero. NO. No exagero. Estuve los suficientes días como para al final salir sin pasaporte, sin cámara, sin dinero, para sencillamente andar tranquilo cuando me pararon varias veces para pedirme…..vete a saber qué. Una frase que me funcionó a mi cada vez que se me acercaban fue: ¿Qué haces loco?.
Medellín y Cali, son de una fama nefasta para turistas confiados. Sobretodo ésta última, donde el turismo llega menos en masa, siendo objetivo fácil para los más malvados y avispados ladrones.
PRESUPUESTO GENERAL
¿Es barato Colombia? Si y mucho. Puede que no llegue a los niveles de Bolivia y dependa mucho de cómo esté el peso colombiano a nuestra llegada. Lo que si dividimos los días por los gastos ocasionados en cada jornada, incluyendo comida, excursiones y transportes (no los billetes de avión internacionales), podemos pasar sobradamente con unos 35 Euros al día. Para los más apurados, podéis compartir dormitorio, abaratando unos 15 Euros diarios para que no suba de 20 Euros vuestra aventura por el país.
-Billete de Barcelona a Bogotá (Ida) – Billete de Ciudad de Panamá a Barcelona : 780 Euros. Compañía Iberia
-Billete de Pereira a Bogotá : 65 Euros. Compañía Viva Colombia
-Velero desde Cartagena de Indias(Colombia) a Panamá: 500 Euros (incluyen 7 días de navegación con todo incluido)
-Gastos totales en 35 días de viaje: 2465 Euros. En este precio lo incluimos todo. Desde un hotel en habitación doble con baño, los desayunos, comidas y cenas, los transportes, regalos, excursiones, entradas a parques y velero.
PRESUPUESTO DIARIO
Para que os quede todo más claro, voy a poner un ejemplo de lo que yo gastaba un día normal y lo que contenía. Estas notas son reales y como siempre las fui anotando en mi libreta:
- Hotel: 75000
- Dos cafés: 4000
- Taxi: 15000
- Cerveza: 4000
- Barca a Playa grande (transporte): 14000 (dos personas)
- Jugos + Papas : 12000
- Comida en Restaurante costero (de los más caros): 60.000
- Dos Cafés: 4000
- Cuatro batidos en la playa: 18000
- Cena callejera: 10.000
Gasto total en un día por pareja: 216.000 Pesos Colombianos dividido entre dos sale a unos 108.000 Pesos Colombianos por cabeza. Al cambio dan 34 EUROS DIARIOS. Sin privarnos de nada.
CÓMO MOVERSE
Autobús: Puede que sea el medio de transporte que más utilicéis. En el centro y el sur, son realmente económicos e indispensables para movernos, pero pecan de ser tan malos previsores en sus llegadas, que a menudo lo que deberían ser ocho horas, se convierten en doce. Sin embargo, desde Santander al Caribe y en toda la costa, están regulados por compañías privadas de mejor calidad y sus condiciones son más favorables, calcando sus horarios aunque encareciendo el billete. En Bogotá, exenta de metro, podremos utilizar el “Transmilenio”, una enorme red de autobuses que tienen sus propios carriles y estaciones cerradas. Los pasajes se compran en taquilla, aunque hace falta uno para ir recargándolo. Yo le pagaba a cualquiera que se subía y me picaba en las máquinas, evitando comprar el bono. En Medellín tenemos metro para aligerar nuestro movimiento por la ciudad.
Las terminales puede que nos quiten las ganas de seguir viajando. Son sucias y peligrosas. A su favor diré que en la capital, tienen una de las mejores terminales del continente. Segura, limpia y efectiva, podremos gestionar nuestra salida a cualquier punto del país.
Taxí: Necesarios a la hora de llegar por ejemplo desde el Dorado (aeropuerto internacional), son económicos y siempre podremos compartir gastos si encontramos a más viajeros. Yo nada más llegar, vi a dos franceses y los tres nos fuimos para la Candelaria dividiendo el gasto entre tres.
Willis: Es el transporte estrella en el Eje Cafetero. Su curiosa historia data de 1950, fecha en la que los hacendados los compraban debido a la dificultad que presentaban las carreteras sin asfaltar de la zona. Coches con tracción a las cuatro ruedas, fueron de servir en trincheras durante la segunda guerra mundial, para acabar trucados y haciendo servicio en una de las zonas más bonitas de Colombia. Actualmente, deberéis coger uno para moveros por aquellas zonas. Se utilizan como colectivos y compartiréis en la parte trasera asiento, con todo tipo de viajeros.
Barco: Indispensables en el Mar Caribe para ir a lugares inaccesibles. El precio algo abusivo, carece de importancia cuando llegamos a una dorada y solitaria playa. Sin embargo, para ir a Panamá, el Barco se transforma en velero y los precios se disparan. La razón es sencilla. No existen transportes marítimos entre los dos países que transporten a pasajeros normales. Los veleros son exclusivamente para turistas o mochileros dispuestos a gastarse unos 550 dólares, atravesando el océano durante siete días. El precio lo incluye todo.
Avión: Colombia es grande. En contra de lo que uno pueda pensar, este país goza de una gran compañía aérea low cost, llamada VIVA COLOMBIA. Efectiva y puntual, nos llevarán donde queramos por un precio tan razonable que a menudo saldrá más económico que el mismo autobús si la distancia es enorme. Desde Pereira a Bogotá, podréis volar por apenas 50 dólares en 40 minutos, evitando un camino asfaltado de 10 horas.
Más información: Viva Colombia low cost
DORMIR EN COLOMBIA
Algo indispensable a la hora de planificar nuestro viaje, tanto logística como económicamente. En Colombia los hay de todos los gustos y precios. La calidad varía muchísimo dependiendo la zona en la que nos encontremos.
Al ser tan barato para nosotros (los españoles), yo me decanté por hoteles con baño privado. La mitad de las habitaciones que contraté fueron dobles y la otra mitad (la que viajé solo), tuve que a menudo tragar con una doble, porque no existían las individuales.
La web que utilicé durante el viaje fue la de booking.com. Sin problemas fui cogiendo a medida que iba planeando, a menudo con tan solo un día de antelación. En Panamá, fue llegar a la terminal y reservar en un restaurante, con tan solo una hora de diferencia. Su efectividad es tan asombrosa, que de momento no cambiaré mientras sigan yendo las cosas tan bien.
El precio medio por pareja en las habitaciones con baño y cama doble, rondan los 25 Euros por día.
En lugares en los que es difícil encontrar alojamiento como es el caso de Salento, debéis armaros de paciencia. Fue de las veces que me fue más difícil encontrar hospedaje. Al final me hospedé en un fantástico lugar donde los cuartos compartidos con otros mochileros eran económicos. Compartir habitación es una opción tan viable si viajáis solos que hará reducir mucho los costes diarios.
En el desierto de Tatacoa, no existen los hoteles. Aquí se denominan estaderos a las posadas tradicionales. Sin luz, sin agua caliente, con cervezas calientes y un personal amable, creo que fue la habitación menos agraciada, pero la que curiosamente más disfruté.
Aquí os dejo un listado en los que yo estuve y mi valoración personal estableciendo una clara relación calidad/precio del 1 al 10:
Bogotá : Hotel Ambar 6/10
Bogotá: Casa Bellavista Hostel 7/10
Desierto de Tatacoa: Estadero Lilia 8/10
Salento (Eje Cafetero) Hotel La Floresta 9,5/10
Villa de Leyva: Villa los Sáenz 9/10
San Gil (Santander): Hostel Santander Alemán 8,5/10
Taganga: Hostel D´mer 8/10
Parque Nacional de Tayrona: Camping Don Pedro 6/10
Cartagena de Indias: Hotel San Felipe 7/10
Panamá: Hotel Príncipe 7,5/10
QUÉ COMER
No es que conozcamos muchos restaurantes colombianos por el resto del mundo repartidos. Los argentinos, peruanos, brasileños o mejicanos, tienen una gastronomía diferente y más acorde con los gustos de todos los comensales. Eso no quiere decir que Colombia carezca de buena comida.
La arepa y el sancocho, son los platos más conocidos. Un consejo fundamental que os daré, es que probéis las bandejas, conocidas en mi país como menús. Baratos y diversos, unen las papas, con carne o pescado, la sopa, la fruta y un jugo. Su precio es escandalosamente económico y es lo que los colombianos comen a diario cuando no pueden hacerlo en sus casas.
No pasemos por alto, que la alta cocina se está instaurando en el país, con restaurantes de lujo, abiertos en antiguos caserones señoriales de porte español colonial. Villa de Leyva, cuenta con un abanico enorme de estos colosos de la cocina. Cartagena muestra su cara más internacional, plantándote un restaurante griego al lado de un Hard Rock Café. No por ello, se come mal, todo lo contrario, a un precio algo subidito, saldremos más que satisfechos, pero a tan solo cien metros fuera de las murallas, encontraremos comedores donde sirven las bandejas que antes he mencionado.
Si nos movemos por carretera, frecuentaremos los típicos puestecitos que plantan sus productos comestibles. Ya sean frutas, pollo frito, o un buen zumo. Durante las paradas de los autobuses, serán necesarios, además de económicos.
¡¡¡¡Ojo al Dato!!!!! En Barichara o San Gil, podremos probar las hormigas culonas. Estás son vendidas en bolsas y se comen tostadas. Aquí la cosa no tiene mucho sentido. Pero años y años de tradiciones, han hecho que se creen platos exquisitos teniendo como base este insecto enorme, creando salsas de ensueño. El mejor lugar sin duda para probarlas es en un buen restaurante caro de Barichara.
Consejo: Bebed agua embotellada. Los jugos que ofrecen en los comedores, a menudo son simple limonada con agua. Yo corrí el riesgo y no me pasó nada. Pero en estos casos, más vale prevenir.
CONECTADO/DESCONECTADO. COLOMBIA
Amantes de vuestros smartphones, tablets o portátiles. Las ciudades carecen de Wifi abierto como nos tienen acostumbrados por ejemplo en Asia. Los hoteles que os he dejado en el apartado de “Dormir”, la mayoría ofrece conexión. Las cafeterías casi todas ofrecen con la consumición sus códigos de entrada. No es muy complicado indagar en la red, aunque en Tayrona y Tatacoa, olvidaos de colgar o consultar vuestras cosas.
CAMBIO DE DINERO
Cometer la estupidez de cambiar de Euros a Pesos en Bogotá, fue mi primer gran error. Nos movemos en un mundo que el plástico es indispensable. Todo lo que podáis pagar con tarjeta, mejor. Al llegar al aeropuerto, sacad dinero. No hace falta que llevéis dólares o euros. Las comisiones que cobran son exageradas, a menudo de un 15 por ciento, mientras que los bancos, sacando en efectivo, cobrará entre un 3 y un 4 por ciento, respetando cómo esté el mercado en ese mismo instante.
Consulta el cambio en:
https://themoneyconverter.com/ES/EUR/COP.aspx
VISADOS
No es necesario. Un sello en la entrada sin coste alguno, te da para 60 días de estancia. El pasaporte debe tener validez para seis meses y podríamos pedir el de 90 días si nos interesara, no generando coste alguno.
VACUNACIONES
Hepatitis A y B. Tétanos y poca cosa más. Sólo si vais a Leticia en el Amazonas, debéis mirar la medicación de prevención contra la malaria.
EL CLIMA
Mi viaje me llevó en agosto por casi todas las latitudes del país. El clima, fue perfecto. Sólo en la ciudad de San Gil, tuvimos lluvias nocturnas. De todas maneras os dejo las fechas marcadas por temporadas:
TEMPORADA ALTA
Desde diciembre hasta Febrero. Sin lluvias en los Andes y días soleados en todo el país, exceptuando el Amazonas.
TEMPORADA MEDIA
Desde Marzo hasta Septiembre. Días con sol y lluvias. El clima es variado y la suerte influye mucho.
TEMPORADA BAJA
Desde Octubre hasta Noviembre. Aquí el Amazonas disfruta de bonanza. En Cartagena, la humedad es muy alta. La lluvias hacen estragos en las regiones andinas (gran parte del país
GUIAS RECOMENDADAS PARA VIAJAR
Indispensable para ir viajando por el mundo si vamos por cuenta propia. Yo fui con dos. Una para Colombia y otra para Panamá.
Colombia de la Lonely Planet: Algo delgada y cara para su calidad. Sigue siendo buena, pese a que existan muchas alternativas viables. A mí personalmente me fue útil. Consultar y Comprarla
Suramérica para mochileros de Lonely Planet: Un hito entre los más rudos y valientes mochileros. Puede que no extraiga tanta información sobre Colombia, pero si sólo nos viene de paso en nuestro periplo por el continente, es sencillamente la mejor que existe en el mercado. Consultar y Comprarla
Centro América de Guía Azul: La utilicé durante mi viaje a Guatemala, Honduras y Belice. Después de unos años guardada en el cajón, la recuperé y me sirvió todavía para desenmascarar a Panamá. Información útil y escrita por guías españoles que basan sus opiniones a nuestros gustos, muy diferentes de los de Lonely Planet. Consultar y Comprarla
ITINERARIO DETALLADO
Bogotá
Llamada comúnmente como la nevera, es una capital fría en todos los aspectos. Puede que su altitud deje las temperaturas por los suelos. Su centro llamado la Candelaria, es de lo imprescindible para hacer una visita. El peligro, una vez oscurece es claramente visible. Los policías se retiran y los vagabundos empiezan a poblar las esquinas más reconfortantes para pasar una nueva noche. No es de extrañar que caminando os intenten increpar varias veces para robaros o pediros dinero. Ignorar y seguir con paso firme es fundamental.
Lo que no debéis perderos, es el fabuloso Museo de Oro, el Cerro Monserrate, que domina las vistas de toda la ciudad. Podéis hospedaros en barrios menos peligrosos, pero es que precisamente en La Candelaria, es donde la vida fluye, donde están ubicados los hostales de viajeros con presupuesto ajustado y donde una magnífica plaza llamada “El chorro de Quevedo”, ofrece espectáculos a diario con los humoristas más divertidos que jamás me he encontrado.
Los bares musicales llenan de vida las noches. Donde haya juventud, habrá un pellizco de seguridad. Mi experiencia personal, fue tan positiva que a la gente le extraña mucho, cuando hablo de mi buen “feeling” con la capital colombiana. Leer más sobre Bogotá
Zipaquirá
A una breve excursión desde Bogotá, a 50 kilómetros al norte y factible de hacer en transporte público, podremos visitar estas minas de sal. El pueblo, con una preciosa plaza mayor repleta de cafés, nos hará ver de qué pie calza el país, no cayendo en el error que todo huele a gris y a frío como en la capital. Las minas, elaboradas capillas construidas por mineros, representan los últimos pasos de Jesús. La catedral central, es una maravilla realizada a 190 metros de profundidad. Se vaciaron 250.000 toneladas de sal para tallar los túneles de este santuario. Sus 14 capillas se hacen en un recorrido único y bastante turístico. De nada sirve andar a tu aire y no enterarte de los secretos que entierra este maravilloso lugar, considerado como una de las obras más importantes del país. Al finalizar el circuito, veremos la mayor cruz del mundo tallada en pared.
Parece que la actividad de estas colosales montañas cesó hace años, pero sigue en activo, produciendo el 40 por ciento de la sal de todo el país, con lo que no es extraño, que si nos alejamos a las afueras, veamos gigantescas máquinas abriendo brecha en el suelo para llegar a las tripas de la mina.
Desierto de Tatacoa
Un secreto a voces corre por todas las guías de viaje dedicadas al país. Este minúsculo desierto alejado de todo, es un espacio donde descansar o acabar agotado según nos tomemos nuestra visita. Un autobús interminable me llevó a Villavieja, después de unas diez horas. Las interminables carreteras rebosaban de vida comercial. Los tenderetes asomaban tras cada curva del tupido camino, que parecía ser engullido por una densa jungla.
En Villavieja, hay hoteles donde hospedarse y poder hacer expediciones esporádicas al desierto. Pero lo realmente mágico de este lugar, es coger e irte a pasar las noches en los estaderos que el desierto nos ofrece a cuenta gotas. Yo tuve la suerte de estar casi a solas con los propietarios y trabajadores de Doña Lilia. Un par de mochileros y una familia francesa fue todo lo que vi de turistas durante mis noches bajo las estrellas que invadían el cielo.
Las caminatas tan populares, vendrán acompañadas de soledad, de calor y la sensación de no ir a ninguna parte, nos asaltará a cada paso que demos. No os desaniméis, aquí los estaderos que vayan surgiendo nos irán abasteciendo de agua, café gratis y una grata conversación en un lugar que antaño se dedicaba al pastoreo y ahora intenta sobrevivir a duras penas con el turismo nacional. Leer más sobre el Desierto de Tatacoa
Eje Cafetero
Después de mis dudas y tensiones internas, después de visitar el Desierto de Tatacoa, decidí ir reculando de nuevo hacia el norte en vez de seguir camino al sur. Mi idea no era ir al Eje Cafetero. Bendita decisión la que tomé a última hora durante mi última noche en el desierto.
Puede que el Eje Cafetero, sea para mi punto de vista personal, la zona que más me gustó de todo el país. Llegar desde Villavieja, no fue fácil, pero los autobuses en latino américa, te llevan a todos los lugares, si sabes ir empalmando uno con otro.
Salento, fue mi campo base. Este precioso pueblo a pocos kilómetros de Armenia, son todo un paraíso para viajeros independientes y mochileros. Entre sus calles, el ambiente es tan cordial, que los turistas y paisanos, se unen en una simbiosis difícil de ver en otros lugares del mundo. Su mirador, sus restaurantes, su románticas canciones que salen de los oscuros locales en plena Plaza Mayor, harán que consideremos quedarnos más días de la cuenta, como yo hice.
Los amigos saldrán por todos los lugares. Trotamundos que llevan viajando meses por toda América harán que nuestras veladas sean imborrables. Si somos algo abiertos, nunca estaremos solos en Salento.
No debéis perderos hacer una caminata por toda la zona. Hay caminos marcados donde atravesaremos fincas cafeteras, riachuelos donde bañarnos y parajes de una belleza sobrecogedora. En segundo lugar, debéis ir un día al Valle del Cocora, donde un duro camino nos llevará a la cima, donde divisar el valle y sus famosas y enormes palmeras de cera. En tercer lugar, haría una visita a Filandia, un pueblo con un asombroso parecido a Salento, pero sin turismo alguno. Sus vistas difieren bastante, y sus gentes menos acostumbradas al visitante, siguen con sus labores diarias, casi sin inmutarse, no empañando cómo es un auténtico pueblo dedicado a la producción del famoso café.
Villa de Leyva
Retrocediendo hasta Bogotá en avión desde Pereira, hice el camino hasta la fotogénica Villa de Leyva. Contiene una de las plazas más bellas de Colombia. El pueblo, blanco como la nieve es de película. No hace falta decir que parece construido para que se llene de turistas, ávidos por pisar esta villa sacada en decenas de películas en Hollywood.
Lo más famoso de este lugar, son sus excursiones. Aquí la dinámica cambia. Los verdes intensos, se quedan en colores pardos. Las montañas apuntando al cielo, crean una carta infinita para excursionistas que quieran perderse. Una de las caminatas más famosas es la que nos llevará a Las Periqueras, donde podremos bañarnos entre sus cascadas.
Una visita imprescindible, es la subida al cerro que se ve desde el pueblo. La capilla con su virgen, nos servirá de referencia. La costosa pendiente, nos llevará un par de horas de ida y vuelta, pero las buenas vistas están aseguradas.
San Gil
Llegar aquí fue duro. Sin transportes que enlazaran debido a un corte de carretera, tuvimos que ingeniar un plan para ir cogiendo colectivos e ir a una ciudad más grande que nos encarara hacia San Gil.
¿San Gil? Apenas reconocible y poco apreciada, puede que hablemos de la zona con más gancho para los locos aficionados a los deportes de aventura. La ciudad apenas pasa de los 44.000 habitantes. Chocante a primera impresión con un mercado lleno de buitres carroñeros en busca de los desperdicios, debemos darle el beneficio de la duda y hospedarnos varios días para explorar sus alrededores, tan sumamente ricos como bellos.
El rafting en aguas bravas, es la actividad que se lleva la palma. Excursiones a las cascadas de Juan Curi, en una jornada, nos harán cruzar fincas de previo pago por acceso, repletas de jungla y un ecosistema más que interesante, encontrando estanques, y enormes caídas de agua donde poder pegarnos un buen chapuzón.
Pero nada tendría sentido si venimos a San Gil y no vamos al enorme Cañón de Chicamocha. De hecho, la carretera que nos lleva a este nuevo Parque Nacional, es espectacular. Un servicio en una agencia de deportes extremos contratado en la ciudad, nos llevó a probar de surcar el cielo en parapente por un precio más que razonable. La experiencia no apta para cualquiera, no dejara indiferente a nadie, grabando en nuestras mentes, una de las vivencias más bestias que podamos vivir en Colombia.
Si eso fuera poco, San Gil cuenta con parques en su casco urbano dignos de ser recorridos con calma.
Barichara
Probablemente estemos hablando del pueblo más bonito de todo el país. Yo personalmente discrepo. Si somos españoles, pueblos con ese porte, los tenemos a patadas y con el mismo estilo. Tengamos en cuenta que el estilo es totalmente colonial español y los precios, como ocurriera en Villa de Leyva se disparan en todos los aspectos.
Si nuestro deseo es quedarnos, sorprendentemente el pueblo es tranquilo y muy agradable de caminar. Tiene uno de los miradores más impresionantes de toda la comarca y sus restaurantes, amoldados a los paladares más exigentes, exhiben su plato estrella realizado con hormigas culonas, muy demandadas para su consumo.
Nosotros hicimos una excursión de un día y regresamos a San Gil de nuevo. No es una mala idea. El pueblo es pequeño y se adapta muy bien a una jornada para abarcar todo lo que nos pueda mostrar.
Taganga
Divertida, bonita y a la vez extraña, esta villa situada en plena costa caribeña, es una tortura para quien busque tranquilidad. Nosotros nos habituamos a todo y no vamos a hacerles ascos a unos bueno mojitos bajo la luz de la luna con música sonando a todo volumen.
Es un buen punto de partida para visitar Tayrona si no llegamos a tiempo para entrar el mismo día como fue nuestro caso. En vez de pernoctar una noche, decidimos pasar dos y divertirnos un poco haciendo buceo y yendo a calas sólo accesibles mediante barcas a motor.
El cambio desde el centro al norte caribeño es muy evidente. Los negros son más abundantes y su simpatía se acaba contagiando. Leer más sobre Taganga
Parque Nacional de Tayrona
Todo objetivo acaba pasando por este conocido y fascinante parque cuando un viajero decide recorrer la costa caribeña colombiana. Su entrada puede hacernos dudar si nuestra visita merecerá la pena. Cientos de turistas son inducidos a escuchar las normas de los guías autorizados. Una vez acabada la lección, las preguntas al azar hacen quedar en evidencia a más de uno que andaba despistado. Lamentable.
Vivir Tayrona es dejarse llevar por los caminos que van surgiendo una vez el autobús nos deja en su entrada. Las playas pueden estar abarrotadas o vacías. Elegir nuestro espacio sólo es decisión nuestra. Elegir habitación, tienda de campaña o hamaca, se convertirá en toda una odisea.
Las playas más famosas estarán abarrotadas de juventud. Pero eso no impedirá que en San Juan de la Guía, nos quedamos extasiados ante una belleza abrumadora. Pero no todo son playas, ni mucho menos. Los senderos de densa vegetación son bellos. Es una sensación extraña, pasear por tanta selva para casi caer al mar en tan solo unos pasos. El baño es apto en muchas playitas, en otras está terminantemente prohibido meterse. Las corrientes son tan poderosas, que a más de uno lo ha engullido para no devolverlo jamás.
Palomino
A menudo los viajes se complican y tienes que tomar decisiones tan rápido como tu mente te lo permita. Mi viaje directo a la Guajira se quedó en Palomino. No pude hacer frente a ese camino que me hubiera llevado a Punta Gallinas. Sacrifiqué la Ciudad Perdida teniéndola a un solo paso. Pasé un día quejándome de la falta de tiempo. Todo eso hubiera servido para sacrificar mi travesía por mar hacía Panamá y no quería perderme esos siete días perdido en el Mar Caribe.
Palomino engancha. Es como la antítesis de Taganga. Tranquila, bella y con un ambiente pausado, carece de apenas infraestructuras para acoger el turismo en masa. Los pocos hostales que hay son de nivel, pero nunca sin ser excesivos.
Las caminatas al atardecer y los baños con esas rompientes tan poderosas, son paréntesis necesarios en un viaje tan largo. Ven a Palomino. La paz te espera en forma de hamaca. Leer más sobre Palomino
Cartagena de Indias
La indiscutible, la todopoderosa reina del turismo en masa. Esta ciudad amurallada es y será el sueño de muchos aventureros. Amigable, suele tener una serie de capas que van de más a menos. Su indiscutible centro o llamado casco antiguo, es donde encontraremos los conventos, museos e iglesias. También iremos dándonos de frente con los restaurantes, peleándose con carta en mano para captar clientes. a zona de Getsemaní, es donde los mochileros se amontonan en los hostales y cafés para robar un poco de conexión wi-fi. A mí personalmente me encantó. Sus calles, aunque no tan evocadoras, suelen ser más auténticas, sin parches y con una vida colombiana desmaquillada. Leer más sobre Cartagena de Indias
San Blas
Nuestra travesía desde Cartagena de Indias, pasaba por navegar durante una semana, en un velero hacia los confines del océano para luego adentrarnos en territorio panameño, haciendo diversas escalas en el archipiélago de San Blas. Para quien no tenga claro el concepto de paraíso, recomiendo que se den una vuelta por aquí. No hay duda alguna. San blas te deja tan satisfecho que es imposible una opinión negativa.
Si a esto sumamos que eran nuestros últimos días de viaje, diré que todo lo cuadré de una manera que ni pensaba al principio de mi aventura.
Panamá – Ciudad de Panamá
Si pensamos en un concepto de ciudad centro americana, jamás podríamos imaginar que en Panamá city sigue el estereotipo. Moderna y alejada del caos, los ricos inversores siguen sus vidas, siendo extranjeros afincados, adinerados y poderosos inversores. Los bancos abundan, los hoteles de clase alta son a menudo incluso la única opción para alojarse, ya que la capital panameña dio la espalda al turismo desde hace muchos años, pensando en otro tipo de visitante más rentable. La decepción me atacó pero también la sorpresa al ser tan cosmopolita. No encontré nunca la hospitalidad que tanto me regaló Colombia, haciendo de mi fugaz visita por Porto Bello, Colón y Ciudad de Panamá un quebradero de cabeza en cuanto necesitaba ayuda de un panameño.
Pero no soy objetivo, ahora estoy hablando de mi experiencia personal y a los hechos me remito, cuando con mi pareja, decidimos abandonar toda posibilidad de comunicarnos cordialmente con otros panameños.
CURIOSIDADES DE MI LIBRETA
Notas tomadas en mi cuaderno de viaje:
-El pollo se come con guantes de plástico
-Altitud Bogotá 2557 msnm
-Distancia Madrid-Bogotá: 5110 millas
-Tiempo de vuelo: 9.39 horas
-No mostrar papaya (frase utilizara para no mostrar riqueza en la calle)
-Temperatura de día en Bogotá: 21 grados
-Menú: 7000 pesos, todo en un plato llamado bandeja.
-Billares por todas partes. Parece el ocio favorito de la gente en Colombia.
-Desfile de vendedores en los semáforos, evocando mi viaje a Perú. Venden de todo
-Los ponchos, son muy utilizados por los hombres
-Apagón en mi hotel de Bogotá. Metí un enchufe que no debía.
-Cuidado al fumar en habitaciones. Son muy serios en ese tema.
-No saben de dónde soy. Mi acento les deja confundidos creyendo que soy argentino.
-Los cascos de las motocicletas llevan matrícula para evitar atracos.
-Los parkings son llamados parqueaderos.
-Se llaman entre ellos “vecino”.
-Los cafés se llaman “tintos”.
-La gaseosa colombiana se sirve gratis con la comida. También entran los jugos de frutas.
-Usan la palabra “amor” para todo.
-No se dice comida, siempre almuerzo.
-Inseminación artificial – son fertilizantes para el cultivo
-Voltear es girar una calle
-Patacón, es una banana aplastada que la condimentan con todo.
OTROS LUGARES A TENER EN CUENTA
Por falta de tiempo no pude ir a estos imprescindibles de Colombia. Puede que sean iguales o superen a los puntos que yo visité. Colombia es enorme y posee tanta diversidad, que harían falta varios meses para acabarlo.
– Ciudad Perdida
– Punta Gallinas
– Caño Cristales
– Parque nacional de Cocuy
– Medellín
– San Agustín
– Capurgana
CONCLUSIONES FINALES
Dejemos lo prejuicios aparcados si planeamos visitar Colombia. Lugares peligrosos los hay y a doquier, pero eso no significa que el terror remueva nuestros corazones porque el 95 por ciento del territorio es tan seguro que sorprenderá a más de uno, cuando se encuentre caminando por la noche, sintiéndose seguro.
Planear un viaje por Colombia y Panamá, es ya de por sí, todo un reto. Si decidimos hacerlo previamente, deberemos contar con muchos peros, como transportes y horarios. El paso entre fronteras, el velero contratado, puede condicionar nuestro resultado final. Pero tranquilos, las ecuaciones erróneas a veces crean consecuencias sorprendentes.
Sean en las montañas más altas bañadas en nieve, en los valles más profundos de la cordillera andina, en las playas más solitarias y bellas que nacen y mueren en el Mar Caribe, en los pueblos coloniales más emblemáticos, en las ciudades perdidas de las antiguas civilizaciones, en travesías donde tú y el mar andáis haciendo amistad hasta llegar a un paraíso perdido, sea donde sea, estoy seguro, que todo el mundo que pise esta tierra bendita, encontrará su lugar.
Buen Viaje.
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