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A menudo tomamos decisiones que nos cambian la vida irremediablemente. Yo mismo, decidí irme de mi ciudad natal, Barcelona, para acabar viviendo en un pueblo costero situado en la provincia de Tarragona.

Fueron ocho años, de vaivenes a diversos países y cientos de anécdotas, teniendo como base mi nuevo pueblo, llamado El Vendrell. No lo acusaré  por mi incapacidad de adaptación.  Hice muchos amigos y de los buenos. Con los tiempos que corren es difícil ponerle un valor a la amistad y a menudo queda en “colegueo”, pero no, yo hice amigos de los que cuestan encontrar y por eso me costó tanto abandonar para siempre la que fue mi casa durante tanto tiempo.

Mi sueño de vivir al lado del mar se fue camuflando por otras circunstancias de la vida que apenas me hizo girar el cuello hacia el azulado horizonte. No lo aproveché. Mi cuerpo y cabeza andaban en el pueblo que era mi hogar, pero mi mente volaba y soñaba.

Como si de una muerte anunciada se tratara, tomé la decisión de dejarlo todo e intentar reubicarme a cien kilómetros a buscar un nuevo hogar. Pero siendo como soy y mira que he intentado cambiar el chip en numerosas ocasiones ¿a quién pretendía engañar? Jamás fui de los que se quedan en un lugar mucho tiempo, pero esa vez lo intenté con esfuerzo, pero cuando fuerzas algo en tu vida, eso significa que algo no va bien.

Si es de estúpidos soñar, creo que moriré de la forma más estúpida en el más dulce de mis sueños.

Hace un par de días recibía la preciosa imagen que podéis apreciar arriba, de mi profesor de fotografía Guillem, una adorable persona,  que me enseñó a recalcular los parámetros fotográficos que había perdido hacía años desde mi primer curso intensivo por África, en un gran viaje que me llevó por cinco países.

Por mucho que me esfuerce, siempre he pensado que un fotógrafo se puede llegar a formar, pero hay otros que nacen con ese don y lo único que hacen es disparar para plasmar como nadie la imagen que desean transmitir.

Con la buena noticia de las felicitaciones de mi profesor y amigo Guillem por la nueva web que he abierto en el ciberespacio, la nostalgia de aquellos días vividos en Vendrell me invadió por unos momentos y decidí hacer este post.

Ya lo decía él en su escrito: Te envío fotografía de nuestro particular Caribe, para que tengas buenos recuerdos de tu estancia aquí. Vaya si consiguió su propósito. A los hechos me remito.