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Hoy me levanté decidido a recorrer una de las carreteras más famosas del mundo. Como sabréis, La Ruta 66 no es una carretera cualquiera y su historia ha inspirado sueños a los aventureros tanto sobre cuatro ruedas como sobre dos. Utilizada por cantantes y directores de cine, para crear sus obras, este camino que antiguamente cruzaba casi todo el país a lo ancho, ahora queda algo alejado de lo que en un pasado fue un paso utilizado por millones de personas. Las nuevas autopistas la han sentenciado casi a muerte, pero los pueblos que han sobrevivido, han hecho todo lo posible para mantener esa fama, convirtiendo viejos edificios donde antes habían gasolineras y talleres mecánicos, en tiendas museo, donde darse una vuelta, se convierte en pura diversión.

Yo siempre fui un amante a distancia de este mito. Por ese motivo, había marcado en mi itinerario, que volver por la Ruta 66 era algo que no podía dejar. Desde Williams hasta Kingman, podemos hacer un recorrido muy completo y podemos decir, que si viajamos por esta zona del país, es el mejor conservado. Desde Kingman dirección California, las trazadas desaparecen y aparecen en fugaces paneles informativos en la autopista. Cogerlos será una opción tan emocionante como la anterior. En estos tramos borrados de los mapas, debemos dejar llevarnos y conocer los mejores y más auténticos lugares, que aunque no estén cargados de regalos, gozan de una buena salud pese al paso del tiempo.

Un suspiro de nostalgia por unos buenos tiempos del que gozó esta carretera, que ayudaba a cruzar el país a todo tipo de personas, asoma en sus gastados y oxidados carteles, anunciando productos que ya ni siquiera existen. Sin apenas saberlo, crearon una marca, una leyenda de la que ni saben hasta dónde ha llegado. Desde mi infancia, la ruta 66, siempre fue signo de libertad, de esperanza y de un sueño por cumplir, al imponerme que algún día la visitaría. Hoy cumplido ese objetivo después de tantos años, podría decir que me esperaba más. Pero lo diré con la boca pequeña.

Sabía que apenas quedaban tramos originales desde hacía varios años. Todos conocíamos que había sido tragada por las autovías de cuatro carriles y que casi nada quedada ya. Pero ese casi, no sabéis hasta qué punto acaba por gustarle a uno.

No os lo penséis y adelante. Aquí es donde acaba el mito y empieza la realidad.

 

PARTE DE ARIZONA

La gran mayoría empieza el recorrido en California, yo venía del Gran Cañón y ya en el pueblo de Williams, la ruta daba su pistoletazo de salida. Hay que tener en cuenta que no se puede recorrer toda. Muchos tramos han desaparecido y debéis ser algo intuitivos y seguir un poco el recorrido que yo hice. De hecho, la gran ruta 66 empieza (o acaba) en Lupton y acaba (o empieza) en Topock.  Desde Williams, fui hasta Seligman, donde cogeremos el tramo más largo y emblemático. La autopista que debemos coger es la 40 y salir cuando veamos el cartel 66. Es muy fácil. La carretera discurre por unos parajes tan desoladores como bellos. Aunque son sólo 74 millas, extrañamente no veréis tantos vehículos como yo esperaba. Evidentemente en pueblos que han dado una vuelta de tuerca a su publicidad, han cambiado las viejas gasolineras, moteles y restaurantes, por tiendas para el turismo, vendiendo todo tipo de recuerdos. Esto puede que le quite encanto, pero hay lugares que se conservan tal cual, aunque han ido manteniéndolo. En Seligman, os recomiendo encarecidamente que os paséis por Snowcap Drive-in, una heladería de los años 50, donde sirven un terrible café y un peor helado. La comida es aceptable aunque algo cara. También deberéis pasar por la Barbershop, una auténtica barbería que se ha conservado igual al paso de los años. El pueblo entero estoy seguro que lo visitareis. Es todo un reclamo para los fanáticos de las buenas carreteras y el ambiente aunque muy turístico, es genial. Prestad atención sobre todo a los vehículos que hay en las aceras. Son de otra época y muchos de ellos le dan ese toque nostálgico de lo que en su día fue este famoso tramo de carretera.

Seguimos el camino desde Seligman dirección Kingman, e iremos pasando por bares de carretera, que son auténticos museo de historia. Sus tiendas bien aprovisionadas de regalos que comprar, se compenetras muy bien con las antigüedades que atesora.

Una vez lleguemos a la ciudad de Kingman, no estaría de más parar en el Centro de Visitantes. Ellos te dan un mapa para que hagas sin perderte un punto el recorrido. Te dan una especie de pasaporte para que te lo vayan sellando en cada punto y así poder tener ese recuerdo, para algunos importante. Además tenéis un museo donde deberéis abonar una entrada y los consejos que te dan, son geniales. De allí, nos fuimos siguendo la 66 hasta Cool Springs, hasta llegar a Oatman.

Oatman, es un pueblo sacado de un western. Aunque su tamaño es minúsculo y la carretera para llegar a él es un infierno, ver como los burros están en libertad a la caza de turistas para ser alimentados, es toda una curiosidad. De allí, partimos a el último punto del día llamado Topock.

Si venís desde Lupton, sería imprescindible que os pasarais por Meteor Crater. La entrada de $18, os da acceso a unas pasarelas para ver el gran cráter. Está en medio de la nada y ver el atardecer allí es todo un espectáculo. Apenas llegan turistas. Veréis lo impresionante que llega a ser el tamaño. Debéis saber que es el mejor impacto de meteorito conservado del planeta.

Acabada la jornada, no había tiempo para más. De este modo, cogimos y nos fuimos a unos 60 kilómetros a dormir a Laugline en Nevada. Sería al día siguiente que atacaría el resto de la ruta 66, pero por la parte californiana.

Resumen qué recorrer: Falgstaff, Williams, Seligman, Kingman y Oatman

 

PARTE DE CALIFORNIA

Desde la surrealista Lauglin, hasta Barstow, cogeremos la autopista 40. Antes de llegar a Barstow, a unos veinte minutos según el GPS, debemos coger el desvío muy bien señalizado de la ruta 66 a la derecha. Nada más coger la carretera, a unos 200 metros, estarán las famosas letras pintadas en el asfalto, donde podréis obtener la codiciada fotografía.

A unos tres kilómetros, a mano derecha, os daréis de bruces con quizás la cafetería más auténtica de toda la ruta 66. Es el Bagdag Coffe, un clásico en el cual hicieron la película que lleva el mismo nombre. La dueña, sigue sirviendo comidas y cafés, mientras te explica la historia de su local, mientras tú vas leyendo el guion de la película. Ella no ha reinventado el negocio como el resto convirtiéndolo en una tienda sin apenas personalidad, sino que pese a su decrépito estado, la cafetería debe ser una parada obligatoria.

Seguimos adelante hasta encontrar una intersección. En pleno cruce encontramos la más célebre de todas las cafeterías de la zona. La famosa Peggy Sue. Sus varios comedores, abastecen a un número sorprendente de comensales. Cada uno de ellos, está ambientado a la perfección, con cientos de fotografías, enormes figuras de los Blue Brother´s y Elvis entre muchas, máquinas de música que ya no funcionan y una carta que apenas se ha movido desde hace décadas. Abierta el en año 1954, por este lugar, han desfilado todas las estrellas de la época dorada de Hollywood. Las fotos y dedicatorias no engañan. Encontrarla es fácil porque no deja de anunciarse en la autopista 40.

A unas 3 millas fuera de la 66, llegaremos al famoso pueblo fantasma llamado Calico. Entrar cuesta $8 por persona y podría ser encantador, pero que al restaurarlo, han creado como un museo al aire de mucha belleza aunque exento de todo encanto. De todas maneras, si habéis llegado aquí, debéis entrar y completar otro tramo mítico, ahora en la parte de California.

Un plato con una bebida, no nos costará más de $12, sin contar la obligada propina a las camareras vestidas como en los años 50.

La autopista 40, a veinte minutos antes de llegar a Barstow, cogemos el desvío de la ruta 66, donde giramos a la izquierda, a unos 100 metros las famosas letras de la ruta para hacer la fotografía. A dos kilómetros vemos Bagdag coffe, un clásico que incluso inspiró a la película que lleva el nombre. Es el más auténtico de toda la 66. Tal cual está y la dueña no ha reinventado el negocio como el resto, convirtiéndolo en tienda, sino que siguen vendiendo sus hamburguesas y su café. seguimos la 66, hasta la intersección y darnos con el Peggy Sue, en la calle Yermo Boulevard, pegado a la autopista. Por supuesto, este quizás sea el restaurante más A unos cinco millas, encontramos el pueblo fantasma aunque muy turístico de Calico. La entrada son $8 por persona y la visitas al museo, al tren que recorre el pueblo y a las minas, van a parte.

 

Resumen qué recorrer: Bagdag café, Peggy Sue y Calico

 

CONSEJOS PARA HACER LA RUTA 66

-No esperéis que sea continua. La entrada y salida de la autopista es algo que no podéis evitar.

-Llevad GPS. Fundamental para no perdernos.

-No queráis hacerla del tirón. Es un imposible. Algunos lugares requieren de tiempo para visitarlos.

-Llenad el depósito de gasolina, porque las estaciones de servicio, están muy lejos unas de otras.

-Ojo al calor. Hace y mucho. Por ejemplo, en Oatman, estábamos a 40o.

-Cuidado con la velocidad. Aunque parece que anden abandonadas, no quedan excluidas de los radares de la policía.

-Disfrutad y hacedla con calma. El paisaje es precioso y parar en todos los sitios, exigirá pegar frenazos si vamos deprisa. A veces, detrás de una curva sale una cafetería que habrá que visitar.

-No hace falta comprar nada si se quiere visitar el interior de una tienda.

CONCLUSIÓN

La ruta 66 fue un clásico hace décadas. Ahora, casi enterrada por una autopista paralela está intentando levantar cabeza. Muchos pueblos han muerto y los que quedan han debido amoldarse a otras demandas como el turismo. Estoy seguro, que si lo hubiesen sabido antes, no habrían desaparecido tantos kilómetros de pura aventura por Estados Unidos. Habrá que consolarse y decir “menos es nada”.

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GALERÍA DE FOTOGRAFÍAS POR LA RUTA 66

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