Se enviará la contraseña a tu correo electrónico.

No hay duda alguna que el Sureste Asiático, es un paraíso para viajar por libre, tanto para viajeros principiantes como para los más experimentados. Esta enorme zona de Asia, tiene países tan exóticos como provocadores y vayamos las veces que vayamos, siempre nos llevaremos un pedazo de país clavado en el corazón.

Como viajero, hace ya más de 25 años que me aventuré entre sus fronteras y acabé por pisar todos y cada uno de los países que contiene.

Harían falta muchas vidas para poder verlo todo….

Como viajero, nunca opto por repetir país, agrandando mi horizonte aventurero conociendo otras culturas que ni había pensado. No soy muy previsor viajando, nunca lo fui y cada vez que toca sacar un billete de avión apenas con un mes de antelación, me planto delante de mi ordenador, cojo una libreta y voy apuntando posibles destinos, precios de billetes, escalas con posibles estancias y acabo con un par de páginas llenas de datos.  En ocasiones, me meto una tarde y ese mismo día consigo pasaje a un país que ni siquiera había pasado por mi mente ese día antes de levantarme. ¿Por qué fui a Corea? ¿Por qué Taiwán, Panamá? Por puro instinto sin pensarlo y lanzándome a lo nuevo y más trillado.

 

LA CRISIS VIAJERA

Antes de la pandemia y posteriormente, debido al profundo conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, viajar se ha convertido, en el primer caso en algo casi prohibitivo y en el segundo en una cuestión de dinero, mucho dinero.

Ahora tocaba no elegir por instinto, no buscar un punto al azar e ir lanzado, sino algo que me pudiera permitir. Después de mi regreso de Jordania, con apenas un descanso de dos meses, debía de nuevo partir y cuando me puse a mirar el mapa delante de mí anclado en mi pared justo enfrente de mi escritorio, puse un buscador de vuelos y empecé a investigar decenas de países que ya habían retirado las restricciones causadas por el Corona Virus.

Las opciones eran numerosas, pero la crisis bélica había sacudido al mundo entero económicamente, poniendo los combustibles por las nubes. Vale que en un coche el coste sea elevado, pero en un avión la desproporción era monumental e ilógica.

Las opciones disminuían y me di por vencido, cerrando el portátil, pensando en hacer un viaje por carretera hasta Noruega. Los sueños no tienen precio, o esto queremos pensar, pero todo cuesta un dineral…

 

EL PASADO SIEMPRE REGRESA

En el Sureste asiático, lo de no repetir país, se convierte en una excepción que confima mi propia regla como viajero. He repetido en varias ocasiones Tailandia e Indonesia, ¿por qué no iba a hacerlo con Vietnam?

Vietnam en un pasado fue una parada en una maravillosa ruta que llevo por Myanmar, Laos y Tailandia. Con tantos países, visitar Vietnam por completo fue una empresa imposible, llegando solamente a ver, Hanoi y Bahia de Halong.

Tocaba quitarse esa espinita e ir directamente a Ho Chi Minh e ir subiendo hasta el Norte para hacerme una ligera idea, de lo que realmente significaba este país, que como hace ya muchas décadas, lleva siendo un foco de atención turístico inconfundible en el mundo viajero.

Por fortuna y de rebote, pude adquirir un billete de avión realmente económico, después de ir consultando durante dos semanas las mismas rutas con diferentes escalas. Una compañía puso vuelos frescos un jueves y esa misma noche sin pensarlo de di al click y pasé por caja.

Ahora sólo tocaba planificar lo mínimo, para que el viaje se fuera creando a medida que yo avanzara por un Vietnam, que después de veinte años, imaginaba o me temía que hubiera cambiado mucho. En algunos aspectos me equivoqué, pero en otros acerté.

Después de un mes viajando, me quedé con dos cosas: una buena y otra mala. La buena era que Vietnam me sorprendió, incluso más que la primera vez que estuve. La mala, era que la sensación de que te dejas mucho por ver está latente en todo momento y no me cabe la menor duda, que volveré y haré aquellos lugares que dejé fuera de ruta por simples problemas logísticos.

 

¿Quieres saber más sobre Vietnam?