Puede que sea un desconocido para la mayoría que viaja a Tailandia. Es normal quedando alejado de las principales rutas turísticas y si tenemos que desviarnos hacia esta pequeña ciudad, perderemos más tiempo del debido. Pero Nong Khai guarda un secreto.
Estaba cansado. Venía con el ritmo de viaje muy acelerado y las últimas jornadas habían sido algo duras. Mi primer paso por Myanmar (Birmania), fue estupenda, llena de gloria para todos mis sentidos. Un cambio a última hora, con una frontera cerrada para pasar a Laos, me dirigieron a una caótica y divertida Hanoi (Vietnam). Laos no podía esperar y debía llegar como fuera. En principio, mi viaje por los cuatro países, se centraba en Laos ¿Por qué? No lo sé, pero tenía la convicción total que ese lugar me serviría de relajación total y podría llegar a descansar varios días de tanto trote en interminables carreteras asiáticas.
Pero no. Laos fue una delicia. Sí, pero el descanso no estuvo rondando por aquellas latitudes y acabé a golpe de silbato. A menudo, viajando, no somos conscientes de que debemos parar para saborear las cosas más ínfimas. El viajero siempre acaba con una sed incontrolable de conocimientos queriendo siempre más y más. Laos estaba a mi disposición para que lo explorara y así lo hice sin apenas tregua alguna.
Tocaba dar el paso a Tailandia. Era mi segunda vez que pisaba “El país de las sonrisas”. En mi primera aventura no hice lo que quise porque fui apenas 35 días. Ahora intentaría dar un buen contraataque a aquellos lugares que se me resistieron años atrás. Uno fue Nong Khai.
Casualmente, para pasar la frontera laosiana con la tailandesa, desde Vientiane, existe el Puente de la Amistad, que cruza el río Mekong, uniendo de esta manera los dos países. Los trámites son rápidos y sin contratiempos. Esto nos deja a un paso de Nong Khai tratándose de la primera ciudad Tailandesa que encontraremos, una vez atravesemos la franja fronteriza.
Nong Khai es grande. No esperemos el pueblo típico ribereño que podemos encontrar en Laos o en el noroeste de Tailandia como Pai. No. Todo lo contrario. Este rincón está poseído por un misterioso magnetismo que atrae al viajero y si se deja llevar quedará atrapado en medio de un delicioso limbo, donde podrá purgar todo el cansancio si lleva varios meses de continuo viaje por el sureste asiático.
Mecido por las marrones aguas del Mekong, la corriente va arrastrando todo lo que a su paso encuentra. La evocadora palabra del Río Madre, hace que no dejemos de mirar lo que sus bravas aguas nos muestran, ya sean pescadores, arriesgados bañistas e incluso peces de importante tamaño que suben a la superficie a hacer una esporádica inspección, dejándote en el cuerpo un profundo respeto por ese abismo fluvial.
El ritmo en Nong Khai, se ralentiza. Nuestro cuerpo se adapta. Nuestros días vendrán acompañados de largas siestas con posteriores largos paseos por las orillas del río. Los mercados son un reclamo para el turista. De un ritmo sosegado y con una deliciosa gastronomía, no es de extrañar que muchos mochileros se queden más días de los previstos antes de encarar sus pasos hacia una nueva aventura por tierras laosianas.
Yo estuve hospedado en un hostal llamado Mut Mee Garden Guest House. La chica que estaba ayudando al dueño, me preguntó cuántos días me quedaría. Mi respuesta fue simple: No lo sé. El lugar, realmente económico, fue una parte importante de mi visita. Con vistas al río, con Laos al otro extremo de la orilla, sus hamacas relajantes, un buen restaurante y sus deliciosos batidos, hicieron que saliera menos de lo que hubiera sospechado al poner mis pies de nuevo en Tailandia.
A los dos días de vagar sin rumbo, alquilé una motocicleta y me cargué las pilas visitando todos sus alrededores. Puede que caminando se llegue a la mayoría de los lugares, pero un vehículo propio te da tanta libertad en Asia que engrandece las posibilidades. De hecho incluso me llegué a plantear ir de nuevo a Chiang Mai con mi scooter, pero debía ser fiel a mi política de seguir descubriendo nuevos lugares y no caer en otros ya visitados.
Una tarde, paseando, pude compartir un baño con unos monjes budistas. Sin alejarnos de la orilla y agarrados a todas las ramas que a nuestro paso salieran, estuvimos tirándonos sobre una peligrosa corriente. La simpatía de aquellos chavales fue la gota que colmó el vaso y decidí alargar mi estancia un día más.
Otro día visité un misterioso complejo religioso llamada Kaew Ku. Lleno de surrealistas figuras que bien podrían pasar por seres de fantasía, este templo fue construido durante 20 años por un chamán laosiano, llamado Luang Pu Boun Leua Sourirat. Fallecido en 1996 dejó como legado un gran número de fieles seguidores y estas fantásticas esculturas, mezcla del hinduismo y budismo. El lugar casi vacío es un remanso de paz con unos fuertes tintes enigmáticos. La visita merece bien la pena y es bastante económica. Si no tenemos motocicleta, vayamos en “túk-túk”, saliéndonos el paseo realmente barato.
El resto de mi estancia en la ciudad, vino acompañada de visitas a diversos templos, con relajantes cenas a pie de río. Fuera como fuera, acabé alargando los días hasta que el cuerpo totalmente recuperado física y psicológicamente me alertó de que tenía que partir hacia la poderosa y fascinante Bangkok.
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Imágenes de Nong Khai:
Terraza del hostal con vistas al Río Mekong. Un lugar perfecto para encontrar un merecido descanso
- Terraza del hostal con vistas al Río Mekong. Un lugar perfecto para encontrar un merecido descanso
- Desde las ramas, los novicios se tiraban al profundo río
- Yo bañándome en los preciosos atardeceres del río. Al otro extremo, está la tierra de Laos
- Joven disfrutando de la naturaleza
- Pocos lugares en Asia pueden presumir de este precioso río fronterizo
- Misterioso y sugerente, el templo Kaew Ku, hará que dudemos en qué país andamos. De una belleza perturbadora, la mezcla entre budismo e hinduismo es extraña, creando criaturas mitológicas.
Desde las ramas, los novicios se tiraban al profundo río
Yo bañándome en los preciosos atardeceres del río. Al otro extremo, está la tierra de Laos
Joven disfrutando de la naturaleza
Pocos lugares en Asia pueden presumir de este precioso río fronterizo