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Dos días de parada son necesarias para llevarte una idea de este entorno montañoso. Como una de las cordilleras más importantes del país, podremos llegar a la cima del segundo pico más grande de Etiopía, conocido con el nombre de Tullo Deemtu con 4.377 metros de altura. Quien sea de los que les gustan las caminatas ligeras sin esfuerzos, no debería renunciar a hacer cima. Se puede hacer en coche y todo el parque nacional, está completamente vacío.

Un largo viaje desde Awasa, por una carretera asfaltada, nos dejó en la ciudad de Goba. El lugar deja mucho que desear. Desordenado y esparcido,  carece de un núcleo urbano sin apenas negocios visibles. La sensación de lejanía total, de estar en medio de la nada, se acentúa hasta límites sorprendentes. Tu cabeza al ver este rincón, es la de “aquí no hay nada que hacer”. Tan solo un hotel viejo, con cortes de luz y un personal sumido en un continuo sueño, nos sirve de base para visitar las dos partes de las Montañas de Bale.

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Ayer hicimos la menos conocida y la más próxima a la entrada del parque. Con un guía que se incluía con la misma entrada obligatoriamente pagada,  fuimos caminado durante un par de horas,  por bonitos bosques llenos de árboles y animales. El avistamiento de la fauna, está asegurado. Se notan los años de experiencia de mucha gente que trabaja para el gobierno para sacar adelante estos cuidados lugares tan poco turísticos.

Nos damos cuenta que el país, no para de cambiar. Las cosas no se repiten. Los lugares que vamos viendo, van cambiando drásticamente de entorno, clima y cultura. Mientras en unos, dedicas tu tiempo a ver iglesias ancestrales, culturas detenidas en el tiempo, lagos que inspiran aventura, desiertos inalterados, volcanes misteriosos, aquí, nos ha tocado ver una enorme cordillera, con un ecosistema, único en el mundo y un clima aterrador, si le da por sacar los dientes.

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Afortunadamente, las fuertes lluvias se dejan caer por la tarde, cuando ya hemos hecho nuestro recorrido y aun no entiendo como este país, marca tanto lo de la temporada baja entre Julio y Septiembre. Nosotros hemos disfrutado y en ningún momento el clima ha impedido que alterásemos nuestro itinerario. La ventaja de todo esto, es que los hoteles están vacíos, los precios bajan y encima andas solo por el país sin ver masificaciones foráneas en ningún lugar.

Hoy el día ha estado dedicado a subir a lo más alto. Con un viento terrible, un frío gélido y unas vistas fantásticas, hemos coronado el segundo pico más alto de país. Sí,  lo he dicho antes, pero llegar en coche resulta muy extraño. El camino para alcanzar estas montañas, es la base y el final de todo el recorrido. Desde su entrada, ya vamos viendo como las vistas que se abren ante nuestros ojos, no tienen casi competencia. El avistamiento de animales se puede convertir en algo obsesivo. Pero lo que no me esperaba es que fuera tan fácil.

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El lobo etíope, es una de las especies más extrañas de caninos que existen en el planeta. El único lugar donde podemos verlos es aquí. Puede que con una población mínima, esperemos no ver más allá de unos buenos prismáticos. Pero no. Acabas llevándote la sorpresa, apareciendo a tu lado, en un arcén, en apenas unos metros cazando ratones campestres o en una charca bebiendo agua. Nosotros hemos podido ver cuatro y si analizamos que según el guía habían 80, ha sido toda una fortuna nuestro resultado final. Aunque del guía me fiaría bien poco… Un personaje simpático, pero que olía a destilería. Obligados por las autoridades a llevar a uno de los 20 que trabajan aquí, con nosotros, el pobre, más que avistar, se dormía. Su aspecto lamentable, hacía prever que la jornada sería un desastre. Con un poco de empuje, y unas risas, el tipejo, se ha animado y nos ha ido enseñando en su gastado libro, cuál era la especie que teníamos delante. En un inglés bueno, pero a una velocidad de vértigo, intentaba hablar de animales, religión y de nuestras vidas. No me ha caído  mal el hombre a fin de cuentas, aunque tuviéramos que llevar la ventanilla abierta debido al olor que despedía, prefiriendo tragar el gélido frío que soplaba a 4000 metros de altura.

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Volviendo al lobo etíope, diré sobre este bonito animal, que viste un color anaranjado. Que su aspecto me recuerda al de los chacales africanos, que también es parecido a un zorro y su fina constitución haga que su inteligencia pase a un primer plano como arma de ataque. De hecho hemos presenciado como se ha zampado a un ratón casi de un bocado y ha seguido con la cabeza gacha a ver si la suerte le seguía de cara, porque la astucia la tenía de serie en los ojos.

Si atravesamos las montañas, acabaremos en otro extremo donde un pueblo bien alejado de todo, nos recibirá con extrañeza, pero que nos dará de comer una buena miel, unas buenas espinacas y un delicioso té. No hay más que hacer.

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Los dos días dedicados exclusivamente a descubrir el parque nacional de Bale, han servido para cambiar de todo. Aunque no buscáramos un cambio, a menudo es necesario para no llevarnos sólo un par de ideas sobre un viaje. La visita merece la pena, pero atentos a los que queréis hacer norte y sur. Sólo si os viene bien podéis plantearos llegar a este alpino paisaje. No queda cerca de nada y todo se hace el doble de difícil en Etiopía cuando el concepto de “carretera” sale por medio.

Mi consejo, es que lo apuntéis en vuestra lista, como yo hice con las Siemen o la depresión de Danakil, y si no podéis, ya lo haréis en el siguiente viaje. Si por el contrario os animáis, no os lo penséis mucho. Es un lugar bello, donde hacer muchas cosas. Paseos a caballos, excursiones, avistamiento de pájaros, montañismo y si no  hay muchas infraestructuras para hacerlo, traed vuestras tiendas. Está permitido plantarlas y dejase llevar por el ambiente único que Bale ofrece al valiente que se atreva a poner los pies en sus tierras.

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Vivir Etiopía:

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Los caminos infinitos de Etiopía

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Avistamiento de fauna asegurado:

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