Descubre el motivo por el que se considera este enclave sagrado, uno de los tres paisajes más bonitos de Japón. Encuentra caminos ocultos, disfruta de los templos menos conocidos pero más impactantes. Observa la belleza desde el monte sagrado Misen divisando un horizonte inolvidable. Ven conmigo a Miyajima. Puede que te acabes enamorando del lugar y lo guardes en tu corazón para siempre.
Llegar a Miyajima no es del todo fácil. Debemos coger un tren bala desde Osaka y aprovechar para visitar Hiroshima. No temáis. La ciudad que un día hizo historia por el mayor desastre nuclear en una guerra, ahora es una ciudad ordenada, limpia, muy nueva y divertida si le buscamos el punto más allá de las imprescindibles visitas a los monumentos dedicados a las víctimas de la bomba atómica.
Debéis decidir si pasáis noche en la Isla o en la ciudad. En un principio yo tenía reservada una habitación en Miyajima, pero decidí que daba más juego la ciudad, vagando por su barrio rojo y sus modernos centros comerciales. Pernoctar en uno de los tres paisajes (según los japoneses), más importantes de Japón tiene su encanto, viendo como el “Torii flotante”, parece abrigado por el grisáceo mar. Yo de hecho tuve que ir rápido porque me quise quedar a que el sol se ocultara, desapareciendo todo rastro de un turismo masificado, inevitable si vais en fechas señaladas.
Para disfrutar de una jornada completa, hay que invertir tiempo y esfuerzo. La Puerta Flotante es uno de los iconos más representativos del país, viéndolo en continuas instantáneas desde que puse al principio mis pies en Osaka.
COMO LLEGAR
Desde Hiroshima debemos coger un tren que nos llevara por un paseo corto hasta la estación Miyajima-Guchi, en la línea San-Jo.
No olvidemos que si tenemos el Japan Rail Pass, todo esto es gratuito. Para coger el ferry que nos llevará a la isla, debemos seguir a la marea humana de turistas. No tiene pérdida. El barco, por muy extraño que parezca, pertenece a las líneas públicas de transporte del país, con lo que sorprendentemente podremos utilizar de nuevo nuestro pase.
El paseo es agradable. Yo tuve la mala suerte de empezar mi aventura por Miyajima con nubes bajas, dando al ambiente una misteriosa atmósfera con sus innumerables criaderos de ostras.
Al llegar al embarcadero, debéis girar a la derecha siguiendo el continuo flujo de gente. Por mucho que madruguéis, el turismo nacional en Japón está a la orden del día, siendo siempre los más mañaneros de todos. No sé qué sistema tiene el país con los jubilados y si existe una especie de “imserso”, pero la cantidad de ancianos que fui viendo durante todo ese mes fue importante. Saliendo de Kioto os daréis cuenta que el turismo internacional que pueda molestar al más delicado, va disminuyendo drásticamente.
QUE VISITAR
Durante el agradable paseo, ciervos de la misma especie que en Nara irán buscando con sus hocicos cotillas en vuestras manos o bolsos para ver si cae algo. En teoría estos simpaticones animales son salvajes, pero tienen mucha dependencia del turismo a probar cosas nuevas y eso que son herbívoros.
Sé que parecerá que hemos llegado a un parque de atracciones más que a una isla que está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Tranquilos, todo va mucho más allá y quitando este colapso de gente, animales, tiendas de recuerdos y puestos donde con un soplete van haciendo unas deliciosas ostras, llegaremos en teoría al punto estrella de Miyajima. Es una teoría muy subjetiva. No nos engañemos y pasemos de puntillas. Podremos hacer cuatro fotografías, pero mi consejo es que os arméis con un buen calzado para explorar el denso y cuidado bosque que sube hacia la cima de la montaña.
La gran puerta (torii), debéis verla desde diferentes ángulos. La marea por la mañana andará muy baja dejando ver las inclemencias del mar en sus cimientos. Quien sea más afortunado y pueda pasar la noche allí, verá como el atardecer viene acompañado de la mano, por una marea alta, dando la sensación de flotabilidad que nos tienen acostumbrados a ver en la mayoría de las fotografías. Si no podéis, retardad vuestro regreso, siempre preguntando la última salida del ferri para no quedaros en tierra y podréis ver el gran cambio que la marea trae consigo dependiendo del horario.
Como segundo reclamo de nuestro paseo, encontraremos el embarcadero sagrado Itsukushima-jinja. Su construcción estuvo marcada por los conceptos sagrados que le concedieron a la isla. Los plebeyos en el pasado, no podían pisar tierra con lo que el único acceso era pasando por debajo de la “torii” flotante en barca.
La entrada es cara y las colas importantes a medida que la mañana avanza. Dependerá de vosotros querer pagar para que la “torii” quede enfrente de nosotros. Puede que sea la fotografía por excelencia de los japoneses. Mi modo de verlo, es que cualquier ángulo es bonito y que el embarcadero, una máquina continua de fabricar yenes. Miyajima ofrece muchísimo más que estas fabulosas vistas.
Cuando hayamos realizado la obligada ronda en la base de la isla, debemos encararnos hacia la cima y empezar a andar. Es en este punto que empezamos a descubrir la belleza y sencillez de los jardines cuidados hasta límites sorprendentes. Puentes de un vivo rojo cruzando ríos, conductores de carros con la vestimenta tradicional, rincones de un verde intenso respaldados del sol por una densa hojarasca y templos de diferentes tamaños y gustos, hará que dibujemos nosotros mismos nuestro propio camino.
Llegar a la cima del sagrado monte Misen, debería ser vuestro objetivo. Es el punto más alto y las vistas en los días despejados son espectaculares. Dos opciones quedan a vuestra elección: Andando o en funicular.
Quizás porque el clima no fue lo que yo esperaba, subí parte del camino andando mientras investigaba lo que a mi paso iba saliendo. A la que pude encontrar la estación del funicular lo cogí sin pensármelo dos veces. El coste es de 1000 Yenes ida y de 1800 ida y vuelta. El funicular nos dejará a unos 30 minutos de la meta final y es muy buena opción porque quien suba a la cima andando porque podrá hacerlo de bajada, obteniendo las mismas vistas con la mitad de esfuerzo.
Una vez lleguemos al final y no haya más camino, un mirador espectacular nos dará unas panorámicas sorprendentes de los alrededores de Miyajima. Si nos ponemos a caminar para bajar por el camino de regreso, debemos ser cautos con los carteles y elegir la mejor opción. Hay muchos senderos, pero el principal es más amplio y el que te ofrece mejores miradores.
Al acabar la dura bajada, nos daremos con el templo de Daiso-in. Es uno de mis favoritos durante mi viaje a Japón. Quien no quiera subir al monte, lo encontrará en sentido inverso a la “torii”. En vez de girar a la derecha desde el embarcadero del ferri deberemos girar a la izquierda.
Este fabuloso santuario budista, mezcla sutilmente el sintoísmo en su entrada. Las figuras de los monjes tallados en piedra en la periferia del templo son una maravilla. Es gratuito y podemos quedarnos perplejos con la belleza, sencillez y calma con la que nos acogerán sus silenciosos budas.
Ésta fue nuestra última visita a Miyajima. Después de un itinerario algo marcado pero libre de planos lineales, dejamos el tiempo sobrante a ver cómo el mar iba subiendo de nivel a medida que la tarde ocultaba a un tímido sol, viendo ya por fin el porqué del adjetivo “flotante” que caracteriza a la “torii” más famosa de Japón.
Para entender la religión y la importancia de los templos del país debéis visitar este artículo: Budismo o sintoísmo en Japón .Un conocimiento previo antes del viaje, os hará disfrutar más de lo que vayáis visitando.
MIS IMÁGENES DE MIJAHIMA