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Después de un prolongado viaje desde Singapur, pasando por Johor Bharu, Mersing, Tiomán Island, Kuala Terengannu, Perhentian Islands, debíamos continuar hacia el norte por vía terrestre. Las condiciones de las carreteras en Malasia, son la envidia del Sureste asiático, y si no fuera por la potencia del aire acondicionado que ponen en los transportes públicos, viajar de este modo sería lo más bonito y económico sin llegar a convertirse en una gélida pesadilla. Kota Bharu, es una gran ciudad, anclada casi en la frontera con Tailandia, pero su plato fuerte es el mercado nocturno de comida, donde si soy sincero, hacer tantas horas de viaje, para disfrutar de unas docenas de puestecitos, no merece la pena. En cambio, podemos disfrutar de su mercado central, y de un dinamismo que contiene la ciudad y su gente, que te hace olvidar que andas metido de lleno en una zona islámica bastante radical, pero que tratan al turista con mucho encanto y educación. Podrían aprender en las islas Perhentian de sus vecinos en cuanto a modales se refiere.

El tren de la jungla. Famoso en el país, aunque por fuera parezca que vaya a despedazarse en cualquier momento, doy fe que en el interior se va cómodo. Esta maravilla de la ingeniería, cruza la selva desde el norte al centro de Malasia. Sus vías fueron puestas durante los periodos colonizadores y poco o nada se ha cambiado en sus kilométricos tramos, donde como un cuchillo corta la mantequilla, este tren va atravesando la densa selva, las hermosas montañas calizas y varios templos coloristas.

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Podremos deleitarnos en el mercado nocturno de Kota Bharu, donde decubriremos por primera vez si venimos de cruzar la frontera desde Tailandia,  el secreto de la cocina Malaya, uno de los mayores placeres del país.

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