Hay lugares durante un viaje, que sin querer los visitas. No tenía previsto pisar las tierras plantadas en el mar de la China, apenas a unos setenta kilómetros de la costa de Malasia. Mi anterior parada, me obligaba a descansar en el siguiente destino, pero las islas Perhentian, quedaban lejos y podían esperar.
Un viaje relámpago me llevó desde la sorprendente Singapur hasta la Malaya y descafeinada ciudad de Johor Bahru, donde pude tomar casi de inmediato un autobús hacia Mercing, un pueblo pesquero que me servía de trampolín hacia la Isla de Tiomán.
Panuba, era el destino escogido casi por sorteo. Había innumerables lugares donde navegar, pero los hospedajes eran tan escasos que me vi obligado a decidir rápido.
Puede que Tiomán no tenga las cristalinas aguas de las presumidas Perhentian , pero su calma, su vibrante jungla, su forma de vida y su ambiente, dan un aire natural que difícilmente podamos encontrar hoy en día. Puede que el futuro venga cargado de resorts, y hoteluchos de mala muerte y fulminen el espíritu de tan magnífico lugar, pero todavía sostiene la llama original. Arriba, camino entre Panuba y Juara, a través de siete kilómetros fabulosos de selva. El premio final: llegar a la desconocida y apartada playa de Juara, donde poder bucear por arrecifes de coral.
Una importante zona de esta isla de Malasia carece de carreteras, teniendo acceso por lancha o adentrándote en la densa jungla. En la foto inferior, vemos Monkey Bay, una preciosa bahía a una hora de camino de ABC, la playa más importante para los mochileros más sedados, a favor: ver tortugas en el fondo marino acompañado de imponentes morenas, rayas y un inacabable surtido de peces multicolores. En contra, los monos, que intentan robar tu ropa, bolsa y todo lo que puedan agarrar pensando en una comida.