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Todo viaje debería contar con una culminación, un punto de no retorno, donde todo lo visto anteriormente se convierta en algo pasajero, algo tan testimonial, que acaba perdiendo una fuerza que es absorbida por un nuevo descubrimiento casi fortuito. Hablemos entonces de los Fiordos del Oeste

Las sorpresas mientras vamos viajando van balanceándose. Las cosas malas como las buenas, quedan en pleno equilibrio, como en la vida misma. Islandia, estaba siendo la excepción a esta regla tan universal.

Si cualquier ruta por este país, marca un círculo perfecto por la carretera de circunvalación, ahora llegaba el momento de romper esa uniformidad y salirse del mapa para descubrir lo que para mi ha sido no solo un paraíso terrenal, sino que para mi sorpresa, he llegado a encontrar durante mi estancia, un punto de encuentro interior. Eso de hacer las paces con uno mismo, no está nada mal.

Afectados por su enmarañada y alocada topografía, ver los Fiordos del Oeste en un mapa, causa una sensación casi de vértigo. Esas formas de enorme pinza de bogavante se acaban difuminando en los bordes sucumbiendo en el Mar de Groenlandia, creando  estrechos y profundos abismos, formando los fiordos más misteriosos del planeta.

Hacerlos por encima sin indagar puede llegar a ser sencillo para algunos viajeros, pero ir hasta sus profundidades y buscar en sus peligrosos caminos, es dejarte mudo, con una extraña sensación de vacío, creada por el sentimiento más antiguo que uno pueda recordar desde que nace: el miedo.

Puede que pensemos: vaya, ¿miedo? ¿Y a qué venimos aquí? Acentuado por la soledad de mi paso por Islandia debido a la gran pandemia mundial, todo país puede resultar misterioso cuando en sus carreteras no encuentras a nadie. El ver signos de vida, puede alentar a continuar adelante. Si ellos pueden, yo también. En septiembre la grieta turística se quebró y el turismo en casi todo el país desapareció. Los locales apenas viven en cuatro aldeas colocadas estratégicamente, existiendo una enorme distancia entre ellas. Ir de un punto a otro, era concienciarse que ibas a estar solo, muy solo, y que el clima, traicionero por estas latitudes, te podría jugar una mala pasada. El concepto de hacer los Fiordos del Oeste debe quedar muy claro antes de empezarlo y la paciencia debe ser nuestra mejor baza.

Puede que a no todo el mundo le guste, pero la sensación de haber llegado al fin del mundo es tan palpable, que la sientes dentro de ti.

Este artículo no trata de persuadir a nadie para que se eche atrás y disipe sus dudas evitando la ruta por este lugar tan poco visitado y conocido, todo lo contrario. Islandia ofrece maravillas inigualables, cientos de kilómetros memorables y el contacto con la Naturaleza en estado puro es indiscutible, pero para rizar el rizo y poner el broche a un colosal viaje, no se me ocurre una mejor manera de hacerlo que ésta.

Eso sí, tengamos en cuenta los siguientes apartados ….


PELIGROS AL ACECHO – CONSEJOS

Acentuado por la ya mencionada soledad de la carretera, los cambios climáticos son muy radicales. En otoño e invierno, hay que olvidarse de hacer cualquier intento. Cualquier acceso es cerrado por la nieve y los aldeanos, quedan incomunicados por vía terrestre.

Habría que ser muy conscientes de que las carreteras están en muy mal estado y que debemos contar con un coche 4×4, a poder ser, que sea alto.

Las distancias son muy engañosas. Un buen GPS sería fundamental, porque aquí 40 kilómetros pueden llegar a hacerse en dos horas.

Tengamos una rueda de repuesto, revisada antes de salir. Un pinchazo sin poder reparar la rueda, puede suponer un buen susto y esperar a que la asistencia llegue a los Fiordos, a mí sinceramente me suena a guasa.

No tengamos ningún tipo de reparo, en pedir ayuda a cualquier aldeano o granjero, para cualquier emergencia. En esta zona precisamente, la gente es extremadamente hospitalaria.

Repostar sin duda alguna, en los pueblos siempre que podemos. Medio depósito no vale para hacer una jornada completa. Abastecernos en las áreas de servicio con comida y agua para poder tirar millas y llegar a los puntos más alejados del mapa.

No se trata de buscar el fin del mundo, sencillamente los puntos de interés están lejos, muy lejos. Otros puntos más alejados en el Norte de los Fiordos están casi fuera de ruta, porque habría que invertir como mínimo una semana en completarlo.

¿Tienes dudas? No continúes ¿No ves claro ese barranco que es cortado por una estrecha carretera de apenas dos metros de ancho con el mar a decenas de metros por debajo tuyo? Date la vuelta. Hay más lugares para visitar. Yo me retiré en alguna ocasión sin vergüenza alguna.


7 LUGARES QUE NO DEBEMOS PERDERNOS

Preparados y listos para indagar en la Islandia más salvaje, no deberíamos pasar por alto diversos puntos imprescindibles. Eso sí, aquí la improvisación es un As bajo la manga que ensanchará nuestra percepción del viaje y perderse a menudo por caminos esporádicos, nos llevará a descubrir los mejores secretos de los Fiordos.

Los puntos expuestos, están en el orden que los hice (el más lógico), siguiendo las carreteras empezando por el Este, subiendo al Norte y bajando por el Oeste para encarar e ir hacia el Sur. Si se viene desde el Suroeste de Islandia, habrá que invertir el orden de los números.

 

1- COSTA DE STRANDIR

Holmavik es una pequeña aldea, perfecta para pernoctar y empezar nuestro viaje de varios días por la región. Su ubicación es inmejorable para hacer base y llegar aquí desde el Norte es fácil. Sólo hay que abandonar la Carretera de circunvalación, tomar la carretera 68 y desviarnos por la 61 que es la que nos irá guiando por los Fiordos al principio hasta dar con Hólmavik.

Si sólo fuera por este pueblo, bien no merecería un puesto en esta lista, pero lo que de verdad hay que ver, está a decenas de kilómetros. Puede que otros viajeros más valientes acaben aposentando su trasero en el fabulosa Reserva Natural de Hornstandir, pero nosotros nos conformamos con hacer la Costa de Strandir siguiendo la inolvidable carretera 643 y dar media vuelta.

Las vistas, puede que sean las más impresionantes de todo el viaje. Con carreteras que van hincando el diente Fiordos adentro, para acabar siendo escupidos de nuevo hacia el Mar una y otra vez. Estos virajes tan endemoniados, acabarán por darnos unas panorámicas no sólo de una belleza cautivadora, sino que llegará a convertirse en uno de los tramos más bonitos de toda nuestra ruta.

Más al Norte sin dejar la 643, tenemos el curioso pueblo de Djúpavik, con su antiguo centro de procesamiento de arenques, abandonado en 1950 y actualmente convertido en centro de exposiciones.  El pueblo, situado en una profunda bahía, con su enorme barco varado y corroído por el óxido, invitan a pasar una noche entre las poquitas pensiones y el par de encantadoras cafeterías.

Acabar nuestra ruta en Krossneslaug, con su piscina infinita pondría el listón muy alto.

Nosotros cuando llegamos hicimos noche en Hólmavik y para completar el resto de la ruta hacia Pingeyri, hicimos la segunda noche en Isafjördur.

 

2- PENÍNSULA DE PINGEYRI (Svalvogar)

Saliendo temprano del pueblo de Holmavik, nos dirigimos hacia el centro para poder explorar la parte Occidental de los Fiordos. Si en el primer punto, tenemos un abanico de enclaves muy cercanos, aquí se trata de sentarte, conducir e ir sumergiéndote en todo lo que vaya apareciendo a tu paso.

La Península de Pingeyri es muy bestia. Tan bruta, que fue el único punto del viaje donde me vi acobardado de continuar. La soledad del camino en estas latitudes tan extremas se hace notar. La Naturaleza, el clima cambiante, la carretera exenta de asfalto con caídas al Mar desde profundos barrancos, van haciendo un desgaste psicológico difícil de manejar.

Los paisajes en ciertos tramos recuerdan al Reino de Mordor en la trilogía cinematográfica de El Señor de los Anillos y si me hubieran dicho: ¡¡¡¡Sí, sí, aquí se rodó!!!!, me lo hubiera tragado…

Mientras vayamos conduciendo, atravesando hermosos valles, cruzando ríos desbocados para renacer en el océano todo irá sobre la seda, pero completar la Península y acabar la carretera 622, será una cuestión de orgullo o de juicio.

El intento fallido por mi parte no fue un fracaso, habiendo llegado casi al final, pudiendo recorrer tres cuartas partes del camino. Una retirada a tiempo me supo a media victoria.

 

3-ARNARFJÓRDUR

Visitando el pueblecito pesquero de Bildudalur situado en una preciosa bahía, podremos dar rienda suelta a nuestra imaginación con el museo del Monstruo marino. Posteriormente podremos coger la solitaria y estrecha carretera 619 que va hacia el Faro de Arnarfjórdur, donde a nuestro paso irán saliendo playas vírgenes, frondosos valles otorgando aunque parezca imposible, un lado más salvaje de los Fiordos.

No nos equivoquemos con las distancias. La carretera es lenta y los 24 kilómetros que separan este extremo de Bildudalur hasta Selardálur, resultan muy engañosos y a medida que avancemos la cosa puede irse complicando, siendo recompensados por otro trocito de tierra, apenas visitado por la gente y de unas vistas durante el trayecto, difíciles de olvidar.

 

4-DYNJANDI

Desde la península de Pingeyri, y después de haber triturado las ruedas de mi coche por los empedrados caminos, hacer el resto de la jornada, resultó tan sencillo como ir por autopista.

Volviendo por la carretera 622, debemos tomar la número 60 para dar con éste imprescindible que ni sabía que existía. De hecho, de los Fiordos apenas supe nada hasta la noche anterior a mi llegada.

Cayendo a plomo desde una rocosa pared de cien metros de altura encontramos esta cascada, conocida como la cascada del Velo de la Novia.

Según leí, son las más bellas de todos los Fiordos del Oeste y no se equivocaban. Su fácil acceso a un aparcamiento gratuito, con un ascenso fácil repleto de paradas para ver otros saltos de agua resultan de este agradable paseo, toda una revelación que se ve desde kilómetros de distancia.

 

5-LÁTRABJARG

Supongo que fue el punto que me marqué desde un principio desde que los Fiordos estuvieron dentro de mi hoja de ruta. Y es que llegar aquí no es fácil y las dificultades superadas al final tienen la recompensa de llegar a ese punto del que oíste hablar una vez en algún lugar y que a algún iluminado se le ocurrió ir. La información sobre la zona más bien es escasa, pero es un punto muy importante para avistar miles de aves (Junio-Julio-Agosto), entre ellas los famosos y simbólicos frailecillos. Decir que nosotros no tuvimos la suerte condicionada por el calendario de ruta, de no llegar a tiempo y lo único que encontramos fueron gaviotas.

Habiendo visto en el Sur cientos de ellos, el enfoque de nuestro paso fue distinto.

Solos, recorrimos estos enormes acantilados, rotos por el fuerte oleaje de un gélido mar enfurecido. Desde el aparcamiento hay ciertos puntos donde existen barandas hechas de cuerdas donde poder sacar buenas fotos, pero si vamos siguiendo camino bordeando el litoral costero, la cosa se endurece de una forma casi incomprensible. La formación tan radical que llegan a formar los acantilados, quebrados, con sus afiladas puntas mirando al cielo, hacen de este lugar uno de los que más respeto me dio debido a mi acrofobia.

Sin un solo viajero, pasear al atardecer, es evadirse de todo. Una idea nada descabellada es poder hacer noche en la pequeñita aldea situada en la Playa de Breidavik apenas a diez kilómetros de Látrabjarg y por qué no, si podemos y disponemos de tiempo, quedarnos allí un par de días para poder dar largos paseos por sus ocres arenas y disfrutar de los amaneceres y atardeceres en los misteriosos acantilados.

Dicen los entendidos en fotografía, que en este punto del país, el más occidental de todo Islandia, si la luz nos acompaña, podremos disfrutar de la mejor iluminación para recrearnos en tirar buenas fotos.

Aquí fue la primera y última vez que pensé con sinceridad que había llegado al Fin del Mundo.

 

6-RAUDISANDUR Y BREIDAVIK BEACH

Situada en el extremo Sur de la península, situada apenas a veinte kilómetros de Latrabjarg, encontramos la enorme playa de arena rosada de Raudisandur. No es una zona muy concurrida donde dar relajantes paseos, y poder divisar focas descansando bajo el amparo del Sol de verano.

Su preciosa laguna, sólo accesible cuando la marea está baja, es un punto más para no dejar escapar este rinconcito, más bien desconocido por la mayoría de los viajeros.

Encontrarla es tan sencillo, como seguir la misma carretera que cogeremos para bordear la Costa, si empezamos nuestro viaje desde el Sur será el primer punto a ver, si empezamos por el Norte, será nuestra despedida de los Fiordos del Oeste.

En el lado opuesto de este cuerno costero, mirando hacia el Norte, podremos ver la que dicen que es la mejor playa de toda Islandia llamada Breidavik Beach. No es cuestión de poner en duda a los entendidos creadores de guías, pero es una simple cuestión de gustos. La playa bordeada de acantilados que crean una bonita bahía, crean con sus turquesas aguas y sus doradas arenas, todo un descubrimiento al que pocos turistas acaban por ir.

 

7-HORNSTRANDIR NATURE RESERVE

Dicen que el mejor secreto guardado de Europa. Llegar por carretera no es posible. Situada en el extremo Norte de los Fiordos, este paraíso llega a convertirse en lo más extremo que los más experimentados senderistas puedan soñar. Su endemoniado clima hace que la zona sea aconsejable visitarla entre Junio y mediados de agosto.

No hay infraestructuras donde abastecerse y sólo tres alojamientos donde aposentar nuestro saco de dormir, lo que significa que deberemos cargar con nuestra mochila mientras exploramos la zona.

Los senderos a menudo se difuminan, creando algo de confusión pudiendo llegar a la desorientación total. Hay que ser previsor y tirar de la nueva tecnología con gps, ya que los pocos habitantes que hay, son curtidas familias granjeras donde meterse en sus propiedades sin querer y sin su permiso, es más sencillo de lo habitual.

Para los amantes de los animales, el avistamiento del escurridizo zorro ártico está casi garantizado. También es una zona excelente para poder ver focas y ballenas.

La acampada, acaba siendo la mejor forma de ir abriendo camino, pero seamos conscientes que hay que ir bien preparado. En caso de emergencia, hay cabañas con radio, para poder contactar con los guardacostas en caso de emergencia.

Perderse por Hornstrandir puede darle otra dimensión al viaje y mi consejo, es que si tenéis más de 15 días, hagáis la intentona y poder planificar una ruta completa en cinco días.

Con toda sinceridad, fue un punto que no me dio tiempo a realizar, pero estuve investigando la forma de hacerlo desde que empecé el Norte. El tiempo me devoró y me quedé con muchísimas ganas de ver una de las últimas áreas salvajes de nuestro continente.


¿DONDE DORMIR PARA HACER ESCALAS EN LOS FIORDOS?

Completar los fiordos no es sencillo y nosotros le dedicamos cuatro jornadas y tres noches ya que el último día estiramos todo lo que pudimos y pusimos rumbo a Snaefellsjökull. Deberían ser como mínimo cinco días, pero no pudimos. Estos son los puntos que elegimos para escalar nuestro paso. Son perfectos, los alojamientos variados y estratégicamente fueron:

 

1-Hólmavik 

2-Isafjördur

3-Patreksfjördur

 

Distancias:

Hómavik – Isafjördur : 223 km. 2 h 44 minutos.

Isafjördur – Patreksfjördur: 150 km 2 h 10 minutos

Patreksfjördur – Stykkishólmsbaer (Parque Nacional Snaefellsjökull): 324 km 4 h 14 minutos

 


¿CÓMO LLEGAR DESDE LOS FIORDOS AL SUR? ¿EN BARCO O EN COCHE?

Hay dos maneras de llegar a la península de Sanefellshökull con parada en Stykkis. Una es en coche y otra en el famoso ferry, muy recomendado por los locales.

Yo lo hice en coche. El trayecto es largo y las 4 horas se convierten en siete, porque las vistas de los Fiordos, es sorprendente.

Recomiendo totalmente olvidarse del barco y tirar millas por carretera en un trayecto que nos irá alejando muy lentamente de los Fiordos, para ir abriendo nuevos caminos, adornados de paisajes  distintos pero preciosos.


OPINIONES DE OTROS VIAJEROS

Los foros en internet son cómo no, tan variados y las objetividades simples, a menudo crean confusión. Dejar fuera de circuito a este edén, para mí no tiene justificación alguna. Insisto que, si vamos justos de tiempo, dejarlo para un segundo viaje, llega a ser muy comprensible. Complicarse la vida en pocos días, no es de buen gusto para la mayoría de los viajeros.

Así como las Tierras Altas, son un punto de inflexión total en Islandia, donde las carreteras acaban fundiéndose con la devastación volcánica, perdiendo a menudo cualquier tipo de referencia para saber dónde continua el camino, Los Fiordos del Oeste, llegan a ser en ese aspecto mucho más llevaderos, pero siguen estando en boca de muy pocos.

El dilema de hacerlos es servido en bandeja cuando buscamos información. Todavía me sorprende el leer en muchísimas ocasiones, que empezar Islandia por el Oeste, Norte y acabar en el Sur era la mejor opción. ¿Por qué? Por que si ves el Sur en tus primeros días, el resto del país ya no te parecerá tan abrumador.

Vaya…. No puedo estar más en desacuerdo con eso. Si me pidierais ser objetivo, pondría por orden, Fiordos del Oeste, Norte de Islandia, Sur de Islandia y por último Este de Islandia.

Después del viaje, me llegué a cuestionar si de verdad algunos viajeros anduvieron en los mismos Fiordos que a mi me dejaron tan perplejo.


¿EN QUÉ SENTIDO LO HAGO?

Una pregunta bien sencilla. Hay que hacerlo en sentido contrario a las agujas del reloj. Por supuesto. Aquí la gente se me tirará encima cuando el resto lo hace al revés. Ilógico totalmente. El Mar en el sentido que lo hice yo, te queda justo a mano derecha, pudiendo parar durante todo el viaje en los miradores sin invadir carriles contrarios. Con los Fiordos pasa lo mismo.


CONCLUSIONES

Playas y montañas bailando en la misma sala, enormes caídas al vacío transmitiendo crueldad, azotes climatológicos incomprensibles y caminos que parecen llevarnos directos a la perdición, hacen que nuestra terca curiosidad crezca y exploremos sus más íntimos y resguardados rincones, pudiendo concluir, que sí, que la Naturaleza accidentó sin compasión este trozo de tierra olvidado.

¿Hago los Fiordos del Oeste? Por supuesto que sí.

 

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