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Cuando hablamos de Singapur, podemos caer en el error más común de calificarlo de pequeño. No olvidemos que como país independiente de Malasia, es diminuto, pero que sus opciones son igual o mayores que en las mejores urbes del planeta.

Cuando nos referimos a la joya de Asia, podemos acabar perdiéndonos lo mejor, para inevitablemente acabar arrastrados por las mareas humanas consumistas e ir de un centro comercial a otro sin darnos cuenta.

Cuidado con este aspecto. Coger el metro en según de zonas, puede ser toda una aventura. Sus conexiones son nefastas para la gente normal, pero los ávidos compradores se sentirán en un paraíso sin comparación ¿por qué? La respuesta es sencilla e inteligente por parte de los vendedores. Un enlace, o un indicador de “subway”, pueden llevarte caminando por galerías subterráneas durante quince minutos, atravesando cientos de tiendas y restaurantes.Nada queda ya del esplendoroso imperio británico que antaño existió en esta beneficiosa colonia, consiguiendo en una simbiosis perfecta, mezclar dos culturas opuestas, con sus gastronomías y arquitecturas. La Singapur de los libros antiguos, no existe. Pero nos encontramos con un lugar divertido como pocos en Asia.

singapur

Si queremos ahorrar tiempo y dinero cuando lleguemos al aeropuerto, la mejor solución es dirigirse al mostrador de salidas, donde gestionan todos los hoteles de la ciudad de una manera gratuita. Yo cogí uno en Buggies, con un precio por habitación doble que rondaba al cambio a unos 40 Euros la noche. En el mismo mostrador, nos venderán un billete de autobús, que nos llevará directamente a nuestro destino. El precio oscila entre unos 10 y 12 Euros. Llegar por la noche impresiona Cuando la noria llega a ser visible, el conductor avisa a los recién llegados para que se queden pasmados. No falla.

El cambio es pésimo en el aeropuerto pero es necesario para gestionar transportes y salir del paso. Una vez podamos dirigirnos a Chinatown, podremos encontrar docenas de casas de cambio mejores, con una diferencia muy sustancial respecto al cambio de divisa ofrecida en el aeropuerto internacional. Recordad, que los hindúes son los que regentan la mayoría de estos negocios y siempre ofrecerán buenos cambios con porcentajes bastante bajos. Es cuestión de comparar, ya que todas estas casas andan muy cercanas las unas a las otras. Si estamos tres días, no merece la pena que perdáis tanto tiempo comparando.

Mi paso por el hotel, era en un principio para una jornada. Venía viajando desde Indonesia y los precios de Singapur me parecían caros. Reducir el coste de la habitación puede ser un error cuando hablamos de 40 Euros. Mi intentona de cambiar de un hotel a un hostal fue un fracaso, ya que el ahorro suponía 5 Euros por persona y noche. Puede que para algunos sea una cantidad grande, pero viendo los precios generales de la ciudad, nos daremos cuenta enseguida que poco se puede hacer con ese dinero. Además, en el hotel, disponía de privacidad con cuarto de baño, y el famoso hostal de mochileros, sólo tenían literas.

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¿¿¿¿¿Es caro Singapur?????

Relativamente diría que sí respecto a sus vecinos. Pero viniendo de Europa y con el Euro un poco devaluado, yo personalmente lo encontré barato.

Comer es una de las mejores experiencias que podamos llevarnos de allí. Por apenas 5 Euros, degustaremos platos exquisitos. El transporte metropolitano, es decente a lo que en precios se refiere. Sólo el presupuesto se dispara si accedemos a visitar el parque zoológico, ir a los parques de atracciones o visitar el acuario.

Consejos para ahorrar:

En una ciudad que se dedica exclusivamente a hacer caja, es difícil mermar el presupuesto, pero siempre podremos movernos por el metro, ahorrando los caros taxis. Esta gran red ferroviaria nos dejará en todos los puntos imprescindibles. No se complica tanto la cosa como por ejemplo en el metro de Tokio, ya que el inglés está escrito en todos los indicadores.

Ir a las afueras puede dejar el bolsillo temblando. Por ejemplo, para ir al zoológico, un autobús de línea regular es la mejor opción. Puede que no la más rápida pero sí la más económica.

Comer en Singapur, es un placer que se convertirá en casi una parte tan importante como la visita en sí. Las letras en los negocios, regidas por unos patrones de higiene, van de la A a la D, siendo la primera, la más confiable. Esto puede que haga subir el precio de los platos. Mi consejo, es que echéis un ojo y si lo que veis tiene buena pinta, pues adentro.

Salir de Singapur. Desconozco por aire si se pagan tasas. Nosotros fuimos a la terminal de autobuses y cruzamos de nuevo a Malasia para hacer el Este del país. Un taxi, es extremadamente caro, ya que tienen que cruzar la frontera y hacer vuelta. Muchos de estos conductores ni siquiera la cruzan, dejando al viajero amparado a los buses que se dedican exclusivamente a esto, duplicando el precio. En el control fronterizo, vigilad vuestro autobús, porque nosotros casi lo perdemos. No hay recuento y les importa un pimiento si lo pierdes o no.

Para más información fresca sobre este sofisticado país, os dejo todos los enlaces que he ido colgando en viajarporlibre.net:

Viajar a Singapur: Todos nuestros artículos

DIARIO DE VIAJE

28 de Agosto

No sé a cuantos metros de altura estaré ahora mismo escribiendo, pero estamos metidos en un vuelo que nos aleja de Indonesia para siempre o para dentro de unos años. El mundo es tan enorme que cuesta repetir lugares cuando hay nuevos por descubrir. Bali se queda atrás, apenas sin tiempo a empaparnos de su humedad, apenas hemos sudado su calor, tan solo hemos sentido las olas que iba trayendo el viento a la costa de Kuta beach. Por mucho que le pese a la gente, incluso el surf, vendido de forma: pasen, vean y váyanse deprisa, sin olvidarse depositar su dinero, la playa de Kuta sorprende por su actividad, su vida, su filosofía y que el mar y el surf es un modo de vivir y morir en paz. Sólo los más afortunados pueden sentirse acogidos a una vida exenta de trabajo, dedicada de lleno a cabalgar entre las atroces olas que el mar regala a estas místicas tierras. Apoderados, y ricos niños de papa, embotellan Kuta, colapsan el tráfico entre las mejores olas de Asia, pero qué seria Bali o Kuta sin estos niños de papá????  Ni siquiera la fama de Kuta puede levantar vuelo si algún día deciden que hay otra playa mejor que ésta.

Esta mañana hemos disfrutado paseando por la vasta orilla, donde podías observar varias rompientes en las que los novatos y expertos surfistas dedicaban el tiempo. Era un espectáculo verlos jugar, caer y reír. Supongo que forma parte de una pequeña parte de Bali, el surf, Kuta y el movimiento corrupto de tiendas y restaurantes de lujo, y que es una parte de todo un cosmos donde Ubud forma una micro galaxia, donde sus volcanes, sus arrozales, sus templos y acaban completando un sorprendente universo en el que viajar y complacer tus deseos más alocados y animales. Pero también sorprende el saber que si buscas un lugar donde quieras cita con la tranquilidad, aquí, en Bali, acabarás encontrándolo.

Después de ir hacia el sur, hemos cambiado de dirección y nos hemos metido por sus laberínticas calles donde nada parecía tener fin. Hemos comprado algunas cosas y otras tan solo las hemos admirado. Odio comprar artesanía cuando sé que no cabe en mi mochila y más aun sabiendo que me están tomando el pelo en lo que se refiere al precio. Ayer noche escribiendo e diario se me echo encima la noche, acabando casi a las dos de la mañana. Hoy apenas me podía levantar de la cama. Realmente la habitación era muy cómoda y grande. Me he sentido bien y dudo que coja algo similar en todo el viaje por Malasia.

A las tres después de medio deshidratados, hemos cogido la mochila del hotel y nos hemos ido a buscar un taxi. Al final un hombre me ha llevado saliendo de un hotel por menos de la mitad que ayer pagué. Ahora medio acaba el viaje y nos quedan tan solo doce días por delante de los cuales tengo que correr muchísimo para ver algo de Malasia.

Primer objetivo: es aterrizar en Singapur y encontrar un lugar barato y decente para poder dormir. Creo que lo económico y bueno no van cogidos muy bien de la mano en este país pero intentaré hacerlo lo mejor posible. Regreso a Malasia cuando aún podría decirse que ni he estado, que tan solo conozco la capital, y que con ello no conozco nada auténtico del país.

Bueno a ver si una vez esté en la habitación de hotel puedo continuar y confirmar que estoy en la lujosa Singapur.-

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29 de agosto

Singapur es espectacular. No hay que rebuscar adjetivos abstractos e ir al grano para decir que esta ciudad es como un parque de atracciones. Después de salir ayer por la tarde de Indonesia, dejando Bali a nuestras espaldas, sabíamos que nuestra siguiente parada sería muy especial y muy chocante comparándolo con la pobre Flores. El cambio, es abismal, el efecto, el deseado, poder ver como las desigualdades en Asia siguen siendo profundas grietas donde se cuela la vergüenza del ser humano. Mientras unos tienen lo que quieren, los otros sin saber que existe un mundo mejor, son incluso más felices que estos frikis que andan merodeando mirando tiendas mientras que con sus manos hurgan gigantescos teléfonos móviles. No sé cómo será Japón, pero esto es la cuna del friquismo más absoluto. De verdad, que a estas alturas pocas ciudades pueden sorprenderme y Singapur lo ha hecho con creces. Su moderno diseño hace que sueltes una risa de vergüenza al creer que tú eres de ciudad. Nada que ver con Barcelona o ciudades en las que haya estado antes. Esto es lo máximo a lo que la Jet Set mundial puede aspirar. Aquí las cosas van teñidas del color del dinero, y con ese consumismo enfermizo y contagioso, los ciudadanos viven en su burbuja, y no les cuentes historias de Asia, su continente, que a ellos les viene de lejos y que poco sabrán de sus orígenes, cabalgando en una pedantería algo molesta.

¿Cómo puede el colonialismo dejar una huella tan definida? No entiendo como Inglaterra puede mirarse hoy en día al ombligo. No me cabe en la cabeza que cada país que he visitado y ha sido sometido bajo su yugo en un pasado colonial, están incluso mejor que ellos en la actualidad. Su legado, un idioma que es dominado en casi todo el mundo y que sin él, olvídate de viajar. Te das cuenta que el Reino Unido, fue el imperio más grande que jamás haya existido en la era moderna y que tiene mérito que después de tantos choques con las culturas conquistadas, éstas veneren todo lo que la corona les hizo y que se enorgullezcan de su pasado sumiso, aniquilando casi por completo las tradiciones que a duras penas los jóvenes de hoy en día reconocen por el boca a boca de sus antepasados, y que cualquier día, quizá la siguiente generación, echen la llave en el cajón del olvido y a pasar página que no estamos para tonterías.

No es una crítica, es sencillamente lo que cualquier turista puede ver a pie de calle, e insisto que no hay que rebuscar un segundo significado o una esencia a la ciudad inexistente, porque lo ves, lo palpas y lo sientes. Singapur se deja dominar, con sus limpias calles, sus lavabos existentes en cualquier rincón, su red de transportes ilimitada y su alto nivel de vida, hace que te olvides durante unos días que tu viaje es por Asia. Bienvenido al futuro, podría ser el eslogan perfecto que podríamos encontrarnos en las llegadas del aeropuerto. También es una ciudad divertida, dinámica, que vayas donde vayas te distrae. Tan solo paseando sin gastar apenas dinero, puedes grabar en tus retinas, inolvidables recuerdos de paisajes urbanitas, inexplicablemente hechos por el hombre. Hay que decir que los centros comerciales, son los más lujosos y enormes que jamás haya visto en vida,   y dudo que encuentre otra ciudad que los iguale. Los edificios son obras de arte arquitectónicas, sublimes y con un gusto exquisito para que nuestros cuellos se desnuquen mirando hacia el cielo buscando la infinita cima y preguntándonos una y otra vez. ¿cómo puede ser?

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Ayer sobre las ocho de la tarde aterrizamos en la ciudad o país según se mire. La entrada fue de las más rápidas que haya hecho en lo que llevo viajando. Una efectiva aduana me hizo pasar las maletas por el detector. En el hall de llegadas, tramitamos la reserva del Beach Hotel, que sale a unos 45 Euros la noche. Aunque extremadamente caro, podía contar con los dedos de una mano los que bajaban de ese precio. Era tarde y complicarme la vida en buscar hotel en una ciudad que de nada conozco era una absurda idea. A veces por ahorrarnos unos euros podemos cometer estupideces colosales. Un autobús por unos cinco euros por cabeza, nos dejó en la misma puerta. La habitación era pequeña pero acogedora y completa. Estamos en una buena zona, llamada Bugis. La calle llena de restaurantes nos sirvió de trampolín para tomarle el pulso a la comida y a los precios. Cuando cenamos unos rollitos de primavera y unas exquisitas bolas de carne, dimos vueltas para conectar con la zona, pero Lourdes estaba destrozada y volvimos al hotel donde descansamos después de haber cogido dos vuelos en los dos últimos días. El ritmo del viaje es devastador, pero complementa al ver tantas cosas y disfrutar cada segundo como si fuera el último que vas a estar en el nuevo destino.

Cuando veníamos del aeropuerto, el conductor nos hizo girar la cabeza para mirar la noria y el edificio Sky (el del barco) sobre la bahía. Nos quedamos atónitos. No nos esperábamos eso, y la sorpresa se acentuó viendo las luces brillando en el agua en lo que defino como ejemplo a seguir por otras ciudades. La vida aquí carece de carácter y en Barcelona podemos contar con gente viviendo la calle. En eso Singapur sale perdedora. El arte catalán es de lejos mejor que el de aquí y este lugar vive bajo la protección de los aires acondicionados de los grandes centros comerciales. El calor es duro de combatir pero no imposible. Cuando cae agua, cae de verdad y estando en Chinatown nos ha caído una tromba importante.

Esta mañana hemos salido disparados a conquistar la ciudad, con ganas de ver todo lo posible en el mínimo de tiempo. Nuestra primera parada el Raffles Hotel, no sin antes volvernos locos buscando una casa de cambio que jamás ha aparecido. El Raffles hotel, fue y es un hotel de construcción colonial, convertido en centro comercial. Todavía podemos apreciar su belleza y pulcra huella colonial donde el inmaculado blanco tapa la desgastada ley del consumismo.

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Nuestra siguiente parada ha sido, Chinatown, que después de haber salido erróneamente una estación antes, hemos llegado bien a otro centro comercial. Los puestos de comida estaban por todos los lados con sus característicos cartelitos de higiene. Allí hemos tomado algo y hemos ido paseando por instinto hasta encontrar el templo hindú donde como en Kuala Lumpur estaban celebrando una ceremonia. Si hubiera encontrado antes este templo, me hubiera emocionado lo mismo que hice en el primero, porque la música se te metía dentro del alma y el olor a incienso te devolvía de un tortazo a la India que tanto recuerdo. Saliendo del templo y hurgando por las callejuelas, hemos encontrado un templo chino. Hemos entrado y nos hemos quedado sin habla. La belleza se mezclaba con la perfección. Era de dimensiones enormes. Ni en mi viaje a China vi algo similar. Su obligado color rojo, acariciaba suavemente el dorado de sus Dioses. Era impresionante verlo, algo inolvidable, incluso Lourdes se ha emocionado y es que no era para menos. Saliendo de allí nos hemos ido a comer. Otro mal entendido me ha dejado en Jaque la comida, poniéndome unos huevos crudos, con unas tostadas rellenas de mantequilla y mermelada acompañadas de un fuerte café con leche, en vez de comer la sopa que había supuestamente pedido. El café me ha servido para apaciguar el hambre y seguir adelante. De Chinatown nos hemos ido a Clark, una especie de bahía con tintes coloniales donde había caros bares para dar y vender. La calor apretaba y la sed no hacía más que golpear y golpear mi reseca lengua. En el río por unos cinco dólares cada uno hemos rendido cuentas, con unas cervezas algo malas pero frescas. Hemos seguido el camino admirando las vistas de la noria, del Sky y de los innumerables edificios indefinibles que por el horizonte asomaban. Al llegar al Sky, nos ha impresionado mucho su interior. Era gigantesco, el lujo rebosaba por todas sus baldosas. Dando vueltas hemos subido arriba a tomar una copa. La panorámica, impresionante. La piscina que allí arriba había, era ya de risa. Si había algo que los Singapurenses pueden hacer, es construir lo inconstruible y si hay algo imposible, ellos lo transforman en posible. El Barco que arriba atraviesa las tres torres, para más risa, estaba torcido, era como si un mago dijera….más difícil todavía!!!!!!! Allí no acababa todo, sino que empezaba. El parque de las orquídeas, es algo que debe visitarse al atardecer, cuando la ciudad muda los colores grises por los trajes de luces. Las vistas eran impagables. El espectáculo de las orquídeas, acompañados de música y montaje de luces, nos ha pillado por sorpresa. Aquí va la segunda vez que Lourdes se me ha emocionado con esta fabulosa ciudad. No es para menos. Es tremendo, mágico e inexplicable. Tocaba volver por la bahía, pero nuestros cuerpos más que conducidos iban por inercia. El cansancio y el dolor iban como viejos amigos acompañándonos en cada paso. Más muertos que vivos, llegamos a “La Explanada” donde jóvenes tocaban un concierto. La cosa no estaba para quedarse sentado y embobado, así que hemos llegado al león escupidor. Las vistas desde allí eran incluso mejor que las de primera hora de la tarde. Ahora la noche ocultaba la belleza del día pero es que a esta señorita fina de Asia hay que verla al desayuno y a la cena. Cambia completamente no sabiendo con cuál casarte. Menudo dilema, ojalá todos los problemas de los lugares visitados fueran esos.-

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Ya fulminados, destruidos y sin líquido que refrigerara mis doloridas articulaciones, hemos llegado a la Beach Road donde hemos cenado. Ahora ando en la habitación escribiendo el diario. Preparamos el segundo asalto a la ciudad mañana, por lo que me gustaría visitar el zoo y seguir conociendo Singapur. Pasado mañana seguimos viaje dirección norte, hacia Malasia. Por ahora no pienso en ello porque me he querido dedicar enteramente a Singapur. Estaba algo cansado de poner los pies en un sitio y estar mirando de reojo el siguiente destino. Saldré a Johor Bara y de allí seguiré a mi instinto y al mismo tiempo iré marcando en el calendario, cuánto falta para el final..

Como dice mi amiga viajera Amy….Singapur es la milk…..

30 de agosto

Hoy Singapur nos ha fundido. Estamos rotos y desesperados por descansar. Nuestros pies llenos de heridas hablan por sí solos de las largas horas de caminatas que la ciudad nos obliga a hacer. Aun así, esto no se acaba. Sino que sigue y sigue y podríamos estar una semana dando tumbos y sorprendiéndonos en cada esquina al ver algo nuevo y maravilloso. Singapur es poderosa, artificial pero jamás aburrida. Diría que es la ciudad más divertida en la que jamás haya estado, aunque el tiempo haya sido un problemas para poder sacarle más provecho. Su gente conectada al ciberespacio caminan como zombis, mirando sus elegantes y caras pantallas preguntándote continuamente …si están en este mundo o se han ido para no regresar jamás. Cómo cambia el mundo. En mi país pisamos la misma línea, seguimos el mismo trazado con algo de retraso pero no queda mucho para que nos pongamos a su nivel.

Hoy nos hemos levantado con las dudas de si ir al zoo o bien ir a Isla Sentosa, para visitar el acuario. Malditas dudas, malditas de verdad, son las causantes de nuestros peores dolores de cabeza. Con tiempo estas se disipan, pasando a un segundo plano, pero cuando el reloj te pisa el cuello dejándote sin aire, sin margen de error, las dudas surgen a todas horas. Incluso una vez decidido el destino y realizado, siguen surgiendo en pretérito, preguntándote si no hubiera sido mejor elegir la que no elegiste. El zoo en sí, me ha decepcionado por la poca cantidad de animales que alberga, sin embargo, la ambientación y el cuidado, es sublime, para quitarse el sombrero. Mientras vas dirigiendo tus pasos por el complejo, la sensación de estar en una jungla es auténtica. Los detalles de plantas y árboles cuidados y enfocados a una vida salvaje, bien merecen una visita a este singular centro. Los animales, parecen libres, no ves barrotes, ni jaulas mal cuidadas. La limpieza de las parcelas están hechas a conciencia. Lo más impresionante para mí ha sido el oso polar, que con su volumen y peso, imponen un respeto monstruoso. Este delicioso peluche de cientos de kilos, carnívoro hasta la saciedad, hacía que los espectadores alucinásemos con sus chapuzones en el agua, donde uno podía verlo sumergirse a través de una gigantesca mampara de cristal. El tigre blanco, precioso, tanto el macho como hembra. No hace falta mostrar el albinismo de este gran felino para apreciar que es el más bello del reino animal. Sus incesantes idas y venidas en su parcela, ha hecho muy entretenida la visita. Lourdes, se ha vuelo a emocionar….otra vez!!!!. Los monos narigudos, que nos ha costado lo nuestro encontrarlos, sorprenden por su misteriosa apariencia humana, tanto en gestos como en su rara cara con una berenjena por nariz. Parecía un anciano!!!!!.

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Siguiendo la ruta, nos hemos metido en un bosque simulado, pero con mucho encanto, donde había lémures de cola rayada, murciélagos de la fruta, grandes roedores, innombrables. Nuestra visita al zoo, nos ha dejado extenuados, pero con la sensación que nos perdíamos la ciudad. El camino de vuelta al tren, ha sido tan largo como el de ida, con el autobús 138 que nos ha dejado en la misma estación, nos hemos dirigido a la Orchard road. Aquí la cosa se ha puesto más seria. La gente empezaba a circular por los gigantescos centros comerciales y yo no paraba de mirar lo enormes y lujosos que eran. Esto es increíble, que donde te crees que no hay nada, se abre una gran superficie bajo tus pies con cientos de tiendas, donde está el metro, las conexiones que éste hace, planta a su paso intrincados pasillos con el aire acondicionado a tope, miles de tiendas, miles de cafeterías. Si pudiéramos ver la ciudad en un mapa por debajo del nivel del suelo, nos daríamos cuenta que es como un queso. Casi hueca, deja rincones de los que estoy seguro que jamás encontraría ni a conciencia. Cuando digo que es muy bestia, es que es muy exagerada. Es algo a lo que no paro de darle vueltas, sus suelos impolutos, sus lavabos inmaculados, sus restaurantes chill out  y sus no tan refinados comedores, hacen que la rueda dinámica no pare, sino que continúe y a su vez siga creciendo. No nos ha impresionado ni mucho menos como ayer la zona de la Bahía, pero es que lo de ayer, no tiene nombre. Cuando nuestros pies echaban humo y nuestros cuerpos oxidados de tanta humedad pedían a gritos un respiro, hemos dirigido nuestros pasos hacia Little India., no sin antes pasar por la zona más “cool” de la ciudad donde decenas de espectáculos entretenían al transeúnte y daban un aire de fantasía al gris asfalto y a los espejados edificios.

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Little India nos podría haber decepcionado, después de sorprendernos tanto la ciudad, podíamos perdonarle a este rinconcito un descuido, pero no ha sido así, todo lo contrario, a medida que nos metíamos en el barrio, nuestro silencio ha sido la prueba evidente, que pese al dolor, nuestras mentes estaban absorbiendo a una velocidad de vértigo todo lo que Little India expiraba. Sus chillonas e incluso algo horteras tiendas iluminadas hasta la desesperación, hacían que te trasladaras de golpe y porrazo a otro país y no precisamente a la India. Aquello estaba realmente limpio, ordenado, la gente hacia la suya y nada que ver con su país de origen, donde la mierda se come a la limpieza sin masticarla. El templo más conocido, era algo menor que el que ayer vimos en Chinatown pero la gran diferencia era que todo el mundo del barrio iba a rezar aquí, mientras que en el de ayer éramos cuatro gatos y los sacerdotes. Una cena con su estafa al turista por 15 dólares, han puesto fin a nuestra jornada de hoy, cargada de nuevo de dudas donde dirigir nuestros siguientes pasos. Mañana iremos a pasar la frontera por tierra. No me gustan los pasos fronterizos y menos por vía terrestre, los odio, me traen mal rollo y no me gusta que nadie mire mi pasaporte y mi cara al mismo tiempo, poniendo en duda mis ganas de conocer su país, pero esto funciona así y no hay más que hablar. Después de coger el bus fronterizo, intentaremos el salto a las Tiomán, dejando de lado el Taman Nengara. Decisión difícil pero a mi entender acertada. Puede que mañana no consigamos transporte a Mersing y eso tumba mis planes de cruzar a la isla, pero debo tener fe y movernos con agilidad y cabeza. Nuestro viaje debe acabar en las Perenthian, al norte del país y la decisión es sagrada e irrevocable. Veremos que ocurre mañana.-

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