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Cansado y sin apenas aliento, la ruta por África, estaba siendo dura. El polvo de sus caminos solitarios, como si fuese una mano estranguladora e invisible, penetraba en tu garganta, haciendo añicos, las ganas de continuar hacia delante. 

Atrás quedaban Namibia y Sudáfrica. Una frontera rivereña en el norte de Namibia, con vistas a la desconocida Angola, me iba avisando que mi estancia en tan sorprendente país iba acabando. Etosha había sido una parada brutal, pero exenta de animales según mis previsiones. Engañosas previsiones que nos montamos en nuestras cabezas cuando nos hinchamos a documentales esperando que la fauna quede a nuestra llegada con una pancarta de bienvenida. Pero quedaban más parques que pisar, más rincones a los que llegar y pese a mi cansancio, quedaban semanas de ruta atravesando Botsuana, Zimbabwe y Zambia.

El delta del Okavango quedaba como un fiel reflejo de lo que yo como viajero y amante de África esperaba encontrar del continente negro. Tanta magia no era posible. La mano del hombre ni se había asomado por aquellas extensiones de agua y densa jungla haciendo explotar en todas direcciones la vida animal. ¡Que salvaje!¡Qué único! Nada pudo superar aquello en mi gran viaje por los cinco países.

Después de haber visitado varios campamentos donde donde poder ver sus “waterhole” siendo caldo de cultivo para curiosos fotógrafos resguardados por la noche africana y camuflados entre ramas y piedras colocadas estratégicamente. Las horas pasaban pareciendo minutos, esperando algún animal que cautamente se acercara a beber, vigilando que ningún depredador saliera entre las temibles sombras de la sabana.

El miedo en todo su esplendor, uno lo puede sentir en África, en cualquier momento. Un rugido lejano de un territorial león, puede que estremezca los cimientos de los más valientes aventureros. El famoso escritor Joseph Conrad, describía con una inquietante perfección, como la selva devoraba las almas humanas sumiéndolas en una soledad asesina y como lo desconocido quebraba cualquier acto de aventurarse aguardando detrás de las densas arboledas congoleses, los misterios más oscuros de la naturaleza.

¿Por qué iba a ser menos Botsuana? Desconocida y con un punto dulce de lo que todos esperamos ver yendo de safari, este país sumido en una pobreza palpable en todos sus sentidos, nos recibió con una hospitalidad casi surrealista. ¿Cómo no encarar los datos de que la mitad de la población sufre de VIH? ¿Cómo eludir tan terribles estadísticas?¿Cómo luchar con el inevitable encontronazo de la pobreza?

En África seamos sinceros y no hipócritas, debemos ser conscientes que los niños serán nuestros perseguidores constantes, pidiendo, curioseando o simplemente sorprendiéndose de tan extraña visita. Seamos respetuosos. No soporto a los que se los sacan de encima violentamente. En Etiopía, por ejemplo, tienen la costumbre de cogerte la mano. No te lo esperas y bajas tu mirada a una angelical mirada que a cambio pide tu atención. El alma se te cae al suelo. En Botsuana, estos pequeñajos van en tropel mostrando sus vivas y sinceras sonrisas. Quizá sin safaris, sin deltas, el viaje hubiera merecido ya la pena.

El parque Nacional de Chobe, a mi entender y desde mi opinión objetiva, es el mejor que he visto nunca en África. Puede que esperara algo como en Sudáfrica, en el famoso Parque Nacional de Kalahari, pero no, aquí no había que buscar mucho para que la fauna salvaje hiciera acto de presencia.

Las respetuosas medidas de seguridad y el respeto por su entorno, está cuidado. No negaremos que la caza furtiva sigue siendo en el continente una fuente importante de ingresos para los malhechores, pero el gobierno tiene muy claro que el frente abierto contra estos, debe continuar hasta erradicarlos por completo y echarlos de sus fronteras. A la orden de disparar a matar, “los rangers”, no se lo piensan mucho, y puede que el precio a pagar sea demasiado alto para que sigan aumentando este tipo de crímenes, menguando actualmente los cazadores furtivos que habitan la zona.

El Parque es algo frustrante al principio. La entrada, más bien parecida a la de un zoológico, te cobra un precio con obligación de llevar a un guía. El vehículo lo ponen ellos y lo único que debemos hacer nosotros es preparar nuestras cámaras y dejarnos llevar por la magia africana.

botsuana

Esto no es Tanzania, y Botsuana ha sido elegido el mejor país para viajar del continente en 2016. Sus riquezas son tan desproporcionadas y accesibles que se esperan nuevas hordas de turistas en los años venideros. Sólo espero que no acaben estropeándolo y que donde haya un león,  no hayan 30 vehículos parados, con ese inconfundible sonido de los cientos de disparadores haciendo eco en el silencio de la sabana. Esto, como todos sabemos, acaba rompiendo esa fina capa entre lo real y lo ficticio. La presencia del hombre acaba por deformar el comportamiento natural de las bestias. Vale, sí, estoy de acuerdo que yo con el vehículo lo hice y aporté mi granito de arena a este futuro declive, pero comparándolo con otros safaris, me gustó la distancia y la nula interacción entre los animales y el hombre. En eso, el Parque Nacional de Chobe y el país en sí supera de largo a sus competidoras Tanzania y Kenia.

Los senderos que vamos siguiendo, están perfectamente marcados. El río Chobe es de unas proporciones considerables. Puede que lo mejor es dedicar medio día a buscar por vía terrestre y cuando la tarde empiece a hacer presencia, coger una barcaza y navegar por este precioso río.

Desde la cubierta, iremos viendo a los cocodrilos como aposentas sus pesados cuerpos en las orillas, descansando y reactivándose con el sol tan necesario en su metabolismo de sangre fría. Los hipopótamos también están invitados a la fiesta y manadas de ellos con un macho al frente de muchas hembras, van mirando con esos graciosos ojillos que quedan a ras del agua. No nos engañemos, después de mi visita al Delta del Okavango, puedo asegurar que la mala fama que les acompaña es real, debiendo siempre andar con cuidado si nos acercamos mucho.

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Con 70.000 elefantes, es muy raro no ir cruzándonos con ellos. Los leones aquí, son fáciles de encontrar. Algún leopardo en la lejanía, subido a un árbol es posible también observarlo. Los búfalos africanos o cafres, enemigos declarados de los leones, son tan frecuentes que olvidamos su terrible e imprevisible comportamiento , pudiendo ocasionar una desgracia a cualquier viajero que se acerque demasiado. Con una tonelada de peso, parece impensable que puedan alcanzar los 50 kilómetros por hora.

Sea como sea, si andamos con suerte, los cinco grandes de África: el elefante, el búfalo, el león, el rinoceronte y el leopardo, podremos observarlos sin dificultad. El que más se resiste es obviamente el rinoceronte, teniendo una población casi insignificante debido a su pasado como buen hacedor de dinero para los criminales cazadores, haciendo muy costosa y poco exitosa su repoblación.

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Ahora, después de mi visita a este desconocido y fascinante país, tocaba ir a Zimbabue. Desde que entré en Botsuana no quise irme. Demasiado corta la visita para tan vasto territorio. El vuelo en avioneta que me trajo desde el delta, me hizo ver lo despoblado que está toda la región. Las carreteras, desconozco en qué estado están para cruzarlo. Fue, digamos, el único punto del viaje que prescindí de vehículo a ruedas, pero desde el aire veía las grandes pistas casi infinitas que se perdían en el horizonte calimoso, haciendo prever que el camino sería parecido al que hice por todo Namibia. Sin gente, sin coches y sin gasolineras donde repostar.

Por lo tanto y después de este relato, recomiendo altamente su visita. No sólo al parque, sino al país. Dos de las maravillas de este viaje las he encontrado entre sus fronteras. La población altamente hospitalaria y respetuosa hacen que África se nos meta más adentro sin ya poder sacarla jamás. Como siempre he dicho de este fantástico y único continente: “África se deja acariciar, se deja llevar a su ritmo pero jamás se llega a dominar”

Fotografías del Parque Nacional de Chobe:

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Leonas haciendo la siesta

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África en estado puro

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Hipopótamos. Tan graciosos como peligrosos. Está considerado el animal que más muertes se cobra en el continente

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La magia del parque sólo rota por los turistas deseosos (como yo) de ver la fauna salvaje

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Difícil de ver,  por no decir casi imposible, el bello leopardo subido a un árbol

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Seguimos encontrando animales tan cerca que resulta casi un sueño para cualquier amante de la naturaleza