Las cuevas de Batu (Batu Caves), son un importante punto de peregrinación, situado a 13 kilómetros de Kuala Lumpur, en un rápido y sencillo viaje en tren. El templo hindú, es una enorme cueva dedicada al Dios Murugan, Dios de la guerra y la victoria. Dicen que es uno de los templos más importantes fuera de la India, aunque yo discrepo. Os dejor un fragmento sacado de mi diario viajero en Malasia:
Bueno, vale, admitámoslo, las cuevas del Batu, no eran como esperaba, pero tampoco han sido un desastre total. El ambiente hindú que ayer me envolvió por completo, transportándome a un pasado, no me ha calado. Bueno, sí, volvámoslo a admitir, no había esa mágica música que multiplica por cien las sensaciones, quizás los olores los traía recuperados desde ayer y el batacazo no ha existido, pero al menos hemos podido disfrutar de un lugar muy curioso a las afueras de KL.
A las siete de la mañana ha sonado el despertador. Se notaba que llevaba días anclado en un cansancio invisible e indetectable, sorteando mi cerebro mientras éste andaba enfrascado en un mar de sensaciones nuevas, pero al final, el cuerpo ha vencido a la mente y con muchísimo esfuerzo me he levantado como he podido, al cabo de treinta minutos.
Como desde que hemos llegado, no desayunamos nunca (no sé por qué), hemos ido directamente a la estación de tren ubicada al lado del metro, a unos escasos cincuenta metros de travesías por puentes que van rodeando toda la ciudad. El tren ha costado algo ridículo, unos dos euros los dos pasajes y en una media hora nos hemos dado de frente con la entrada de las cuevas, que aunque parezca mentira, no había que pagar para ver lo primordial. Los monos hacían gestos pícaros para poder robar comida a los más desprevenidos mientras nosotros estábamos embobados viendo como los más pequeños con sus caritas dulces haciendo las mismas travesuras que los grandes, pero con la desventaja que si un al macho alfa lo pillaba, lo mordía. Pues imaginaros las docenas de carreras divertidas dentro de la montaña que hemos visto entre los macacos. Los turistas por supuesto, disfrutaban de las instantáneas más curiosas que uno pueda hacer.
Hemos visitado el interior y hemos seguido admirado este accidente de la naturaleza con calma y sin prisas sabíamos que íbamos bien de tiempo y que podíamos ir a un lugar para ir más tarde pensando que solo las cuevas ocuparían toda la mañana. Al final después de un café hemos cogido el tren hacia Kuala Central, donde un ataque de sueño ha sido la causa de que con prisas, nos hemos bajado antes. Bueno, pues hemos cogido el metro y después de varios enlaces hemos ido a Bangsar, una zona un poco alejada del centro buscando el Luckie Park, que no ha resultado ser más que un barrio que contenía muchos restaurantes bonitos y poco más. Ha sido más entretenido el llegar que estar, pero tampoco podemos decir que lo hemos pasado mal, si no que el calor estaba apretando de lo lindo y queríamos callejear pero era incoherente hacerlo sin rumbo fijo, por lo que al final hemos decidido hacerlo deprisa mirando los bonitos restaurantes.
Al final hemos acabado comiendo una comida hindú, picante sin muchos méritos que merezca la pena mencionar, y encima caro, pero es normal que cosas así sucedan más aun cuando no te quedas muy bien con el sistema de pago por lo que coges y definitivamente hemos pagado más por menos.
Después de allí, un metro nos ha llevado al hotel, donde hemos podido hacer una pequeña aunque placentera siesta que tanta falta nos hacía. Después, sobre las seis hemos pagado el hotel, y hemos reservado un taxi para mañana ir a Lombok. No sé cómo irá por aquellas tierras después de cuatro años en mi vida de cambios, pero intentaré pasármelo en grande olvidando todo lo que dejé y más olvidado quedará lo que me encontraré a mi vuelta. El sueño de ser un viajero de continuo destino sigue en pie, y espero que esa ilusión mantenga la calma en mi interior. La vida nos da muchas sorpresas y quizás una de ellas sea para mí y además sea buena.
Por la tarde hemos ido a la Menara Tower o mejor dicho, a torre KL, donde por un caro ticket de 45 cada uno, hemos subido a observar como la ciudad se preparaba para combatir la oscuridad de la noche. Después de una breve espera hemos visto el día y la noche como abrazaba a esta curiosa capital asiática. Ha sido realmente buena la vista, pero como todo, podría haber estado mejor, con una cafetería en el exterior, y encima valía el doble, bueno que costaba más que subir a las emblemáticas Petronas.
Una vez abajo, hemos seguido el camino con la intuición y andábamos algo perdidos, y por casualidad hemos acabado en una zona comercial, enorme entretenida y muy amena de ver. Hemos cenado en un restaurante que estaba bastante bien de precio con unos buenos platos de sopa japonesa. Más tarde hemos ido buscando el metro para acabar cogiendo un taxista hindú que todo el rato maldecía el tráfico de su ciudad. Yo no lo entendía, porque llevando pasajeros el taxímetro no paraba de correr y de este modo el ganaba más dinero. Supongo que son cosas de Asia o Malasia, no lo sé pero la ilógica a menudo es lógica, dependiendo del ángulo en que lo miremos.
El viaje automáticamente empezará mañana que atravesamos a la parte de Indonesia y dónde nada hay escrito y todo por decidir. La primera parada es Kuta, y veremos hotelitos y a ver cómo hacerme con una moto para estar unos cuatro días por la isla antes de dar el salto por tierra y mar a la escondida y casi mística Flores donde todo es complicado e imprevisible, convirtiéndose para mía es una parte del viaje irrevocable.
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