El propósito principal de mi viaje a Polonia era visitar Auschwitz. Varsovia quedaba muy lejos y acabé aterrizando en Cracovia, sin saber apenas nada de la ciudad. Fue involuntariamente un acierto poder recorrer sus calles adoquinadas y llenas de historia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Varsovia, capital de Polonia, quedó devastada en un 95%, mientras que la pequeña Cracovia, antigua capital, quedó exenta de cualquier daño por razones que yo desconocía.
Históricamente, éste fue un lugar influenciado por el reino prusiano, la antigua Alemania, sus calles y plazas, se construyeron en base a unos cánones muy seguidos en el país germano. Esto no sólo agradó a los altos mandos del ejército nazi, sino que montaron su Cuartel General durante la ocupación, para poder controlar a toda Europa del Este.
Las riquezas del entorno, rico en carbón, necesario para desempeñar una guerra que no querían acabar, la estratégica posición del pueblo de Auschwitz y aprovechando que había construido un antiguo cuartel polaco, alentaron a los oficiales alemanes a montar un campo de concentración, dedicado exclusivamente a encerrar y destinar a trabajos forzados a todos los polacos enemigos, sospechosos de espionaje o contradictorios al régimen nazi. Posteriormente, acogió también a presos rusos, cuando la Alemania de Hitler invadió el territorio polaco por la parte rusa y quiso desquebrajar el comunismo a base de absurdas invasiones y muertes inútiles.
La historia de Polonia, se llena de lágrimas. Un país que sufrió injustamente, durante la Segunda Guerra Mundial, quedaron liberados por los Rusos, para acabar sometidos a otro régimen que tuvo sus miles de víctimas, durante nada más y nada menos que 44 años de una dictadura con máscara de atroz comunismo, que jamás funcionó, hundiendo en la miseria a un pueblo, que jamás se lo mereció.
Tomando un nuevo rumbo / La solución final
Cuando el encierre de los judíos en el gueto fue insuficiente, la caza estaba servida. La Solución Final que aprobaron los altos rangos, incluyendo cómo no, al mismísimo Hitler, fue demoledora. Era la primera vez en la historia que se intentaría llevar a cabo, la aniquilación total de todo un pueblo.
Con esos nuevos objetivos a la vista, el complejo dejo de ser un simple campo de concentración para convertirse en un campo de exterminio. La construcción de más barracones, era necesaria, para empezar a recibir a todos los judíos de Europa. La mayoría pasarían a una muerte segura nada más pisar suelo, pero los más (o menos) afortunados, serían seleccionados para trabajar hasta morir de cansancio, hambre o frío. Los pocos supervivientes, quedarían marcados el resto de sus vidas, cambiándose de nombre, evitando ser relacionados con todo lo acaecido allí.
Cuando Auschwitz quedó pequeño, en el pueblo de Birkenau, situado a tan solo tres kilómetros, se encontró suficiente espacio para hacer decenas de barracones y nuevas cámaras de gas.
Si en Auschwitz encontramos una cámara de gas donde poder entrar, en Birkenau, podemos ver en ruinas otras cuatro, que los nazis intentaron destruir para ocultar las pruebas de sus atrocidades.
DATOS ESCALOFRIANTES
- Aquí la curiosidad parece una broma de mal gusto, pero choca llegar y encontrar en la entrada, antes de cruzar la barrera y el alambre de espino, una frase en alemán que reza: “el trabajo nos hace libres”.
- Aparte de los dos campos, tenemos un Auschwitz 3 y 45 campos satélite. La capacidad del mega campo es de 100.000 presos. En los barracones, podían meter hasta 800 personas, sin ninguna fuente de calor. Aunque en las fotografías, se vean las chimeneas, jamás llegó ni carbón, ni leña.
- Cuando el trabajo se acumulaba, los hacían formar durante horas, para que el frío polaco, con temperaturas de -15 o ,hiciera una purga, quitando del medio a los más débiles.
- Si hacemos cuentas, podemos estimar que durante su operatividad, desde mayo de 1940, hasta su liberación el 27 de enero de 1945 pasaron 55 meses. Recordemos que no se cambió su objetivo de campo de trabajos forzados a campo de exterminio hasta pasados unos años. La cifra de asesinados, ha sido debate de muchas investigaciones. Puede que hablemos de unos cuatro millones, pero la cifra oficial acabó siendo de 1.300.000. Las bajas por esa regla, serían de 788 personas asesinadas diariamente.
- 1.100.000 judíos
- 150.000 polacos
- 23.000 gitanos
- 15.000 prisioneros soviéticos
- 25.000 prisioneros de otros grupos étnicos
Hagamos hincapié, en que murieron a parte 500.000 personas de hambre, enfermedad y frío. Si seguimos sumando, acabaremos dándonos una torta con una realidad que no se puede coger por ningún lado porque roza lo irracional en cualquier conciencia.
Modos de acabar con una vida: Nos sorprendería las barbaridades que hicieron los nazis para acabar con la vida de la gente. A ese disparatado ritmo de matar (788 personas diariamente), difícil de asimilar por cualquier mente humana, la cámara de gas era el método predilecto. Según leí, el estudio de tal invento, no fue para ahorrar sufrimiento a las víctimas del holocausto, sino para no enloquecer a los soldados de las SS.
En un principio se hicieron pruebas en el bloque 11, de Auschwitz 1, quedando en evidencia que la sustancia después de cuarenta horas de agonía, debía ser aumentada. Cuando perfeccionaron este sistema, llegaron a matar a tanta gente, que debían quemarlos en piras comunes, porque los grandes hornos crematorios no daban abasto.
De 100.000 prisioneros cuando los nazis decidieron abandonar el campo, por la inminente llegada de los rusos, tan sólo 7000 sobrevivieron. Tras la huida del ejército alemán, estos supervivientes, decidieron escapar, ignorando que la ayuda estaba en camino, muriendo a manos de un frío devastador en pleno mes de enero y unas fuerzas que se fueron hacía mucho tiempo de sus cuerpos y sobretodo de sus mentes. Irónicamente, sobrevivir a Auschwitz, para acabar pereciendo en los bosques de Polonia, resulta ser una broma macabra de la vida.
Comida para los presos: Por la mañana un café, a mediodía una sopa de verduras de apenas 1/3 de litro y por la noche una hogaza de pan con algo de mantequilla o queso. Todo esto para aguantar durante 12 horas al día trabajando.
La media de vida de los presos: Cuatro meses los hombres y dos meses las mujeres. Cuando decidieron convertir el campo de concentración, en campo de exterminio, estos valores quedaron obsoletos.
NUESTRA VISITA
¿Cómo hacerla?
Primero de todo, hay que señalar que la entrada al campo de exterminio es totalmente gratuita.
Por libre:
Ir por tu cuenta, resulta muy gratificante aunque algo incómodo, debido al transporte desde Cracovia y una visita a tu aire, no te garantiza que pases en horarios, por ejemplo de verano o navidad, donde el turismo aumenta de manera sorprendente.
En la entrada, puedes contratar un guía en español. Los horarios son variables, pero actualmente hay un pase con guía a las 12 de la mañana, por unos diez euros al cambio. Nada te garantiza que tengas plaza en el tour, pero es de vital importancia que os aseguréis un guía para que os explique las historias que entre esos barracones sucedieron y que están ocultas a los ojos del visitante.
Por agencia:
Es el tour por excelencia de Cracovia. Un 80% del turismo, viene a la ciudad para utilizarla de campo base y visitar exclusivamente el campo.
Las ventajas son notables y no vamos a quitarnos un ápice de aventureros, si decidimos contratar los servicios de una agencia. Con esto, nos aseguramos entrar, y recorrer tanto Auschwitz 1 y 2, conocido como Birkenau.
Si tenemos un buen guía (como fue mi caso), la visita guiada se hace mediante un aparato con auriculares, mientras el guía nos habla por un pequeño micrófono. Esto resulta muy gratificante, porque como podemos entender, en este lugar no se permite gritar ni alzar la voz. Podemos tener a nuestro operador a veinte metros, que no nos perderemos la explicación de cada bloque.
El precio por tour, oscila entre 25 y 35 €. Son caros, pero entra el transporte, el guía y lo más importante, garantizarte un recorrido que siempre será mucho más fácil si vamos con un guía autorizado.
CONSEJOS QUE NO PODEMOS PASAR POR ALTO
Seamos previsores y madruguemos, porque pese a estar a tan solo 43 kilómetros de Cracovia, se emplea una hora y media en llegar.
No es aconsejable que lleguéis más tarde de las 10 de la mañana. Las colas que se forman, son increíbles.
Respetad las normas establecidas por los controladores. No comer, ni fumar, y sobretodo guardar silencio en algunos lugares que invitan a reflexionar sobre los hechos sucedidos.
Seamos respetuosos y no hagamos “selfies”. Es de muy mal gusto y esa actitud será rechazada por cualquiera que tenga dos dedos de frente. Por supuesto, no hagáis como muchos asiáticos que he visto, posar de manera divertida frente a los hornos y cámaras de gas. Patético….
Hay que pasar un estricto control de seguridad donde las medidas de las mochilas quedan muy limitadas. El tamaño no debe superar un folio. Ante la duda, dejad el bolso en el autobús o en la consigna que hay en la entrada. También encontraréis cafeterías y lavabos a 2 PLN por uso.
Abrigaros si vais en invierno. El frío es traidor y sobretodo en la segunda parte de nuestra visita, en Birkenau, el viento sopla.
Si veis que os entra algo de ansiedad, parad. No os obliguéis a seguir. Mucha gente acaba abandonando las visitas guiadas.
Hay que documentarse sobre lo ocurrido antes de ir.
¿QUÉ NO PERDERSE?
Nuestra visita se dividirá en dos partes. Una en Auschwitz 1 y la otra en Birkenau. El tiempo empleado es muy relativo, pero si vais con un guía, en la primera estaréis unas dos horas para completar el circuito y la segunda parte, situada apenas a tres kilómetros de la primera, en una hora.
En Auschwitz I
La original, la que se utilizó en un principio para recluir a los prisioneros de guerra, puede que sea la que más impacte, debido al gran trabajo que han hecho por construir unos museos, no aptos para todos los visitantes.
Las exposiciones con fotografías, muestran que la muerte andaba cómoda entre esos barracones de desnudo ladrillo rojo pardo. Sus edificios, llamados bloques, muestran cómo tenían y dormían los prisioneros. Las condiciones eran tan nefastas, que las epidemias causadas por las ratas, acababan descongestionando a los nazis tan fatídica tarea.
Señalar, que hay exposiciones de objetos reales muy impactantes. La que más choca, es la de toneladas de pelo que cortaban a los muertos antes de meterlos en el horno y con el cual fabricaban telas resistentes. Al cianuro encontrado en esos pelos me remito, para saber que eran rasurados después de muertos.
Montañas de pequeñitos zapatos de niños, maletas con sus fechas y nombres que jamás volvieron con sus dueños, cientos de gafas, miles de cepillos y utensilios para comer, y decenas de botes vacíos que contenían la sustancia que echaban en las cámaras de gas, son algunas de las cosas que iréis encontrando durante vuestro recorrido.
El bloque 11, puede que sea el más duro de ver. Llamado el bloque de la muerte, no deja de ser una prisión dentro de otra. Allí se llevaban a cabo los juicios y las sentencias. El camino fácil era el muro del patio donde los fusilaban. El difícil, dejarlos en el sótano durante una semana, para que la falta de comida y bebida hicieran el resto. La mayoría de las veces eran hacinados hasta 15 presos en un lugar minúsculo. Cuando eran rescatados sin vida, el que había sobrevivido, tenía el premio de pasar por el muro de fusilamiento. Tanto sufrimiento, allí no merecía premio alguno. El premio era morir rápido.
Aquí no acaba lo duro, sino que la única cámara de gas en pie de las cinco que estaban operando en los dos campos, está aquí. Adentrase en sus tripas de yeso desquebrajado, con esas pálidas luces, hacen pasar un mal rato al que le eche sólo una pizca de imaginación. Al lado, los hornos crematorios.
Nuestro paso por el campo número 1, no estará exento de explicaciones tan sorprendentes como desconocidas.
En Birkenau
Aquí encontraremos la famosa fotografía con la torre central, que parece engullir la vía hacia la muerte. Este campo sí que fue construido a conciencia para el exterminio. Cuatro cámaras de gas, destruidas, decenas de barracones mal hechos para albergar a unas 1000 personas, y unas condiciones deplorables, daban por hecho que la vida no valía nada.
Lo primero que nos choca, es la terrible entrada. A mí me ha parecido ver la cara del mismísimo diablo entre los ventanales de esa enorme torre de vigilancia por donde la vía del tren pasaba entre sus barbas.
El camino de la muerte (Birkenau)
Cuando crucemos la entrada, el primer andén que encontramos, es donde los médicos de la SS, hacían la selección. Los que iban a morir directamente (mujeres, niños y ancianos) formaban una cola sin saber su destino y en otra selección formaban los hombres capaces de trabajar hasta desfallecer. Si volvemos la vista atrás hacia esta mañana y nos fijamos en una fotografía del bloque 15 de nuestra visita a Auschwitz 1, veremos que está todo tal cual. Que nada ha cambiado. El camino de la muerte, hacía las cámaras de gas están igual. El vagón que descansa en silencio, es auténtico. Nos podemos imaginar, lo que debieron pasar hasta llegar a Polonia, traídos de todas las partes de Europa. A menudo la mitad de la gente que viajaba, no llegaba viva a Birkenau.
Si nos fijamos bien, veremos que la vía principal se bifurca en tres. Esto fue un cambio que hicieron, porque había días que llegaban tres trenes seguidos.
Recorrer esta planicie de muerte, es algo que hace evidente el sufrimiento que debieron de padecer los cientos de miles de prisioneros. Una visita al barracón justo antes de la salida, nos dará una idea, de las condiciones en las que dormían.
CONCLUSIÓN
Traídos de todas partes, la solución final es un claro ejemplo de que el mundo se volvió loco. Que el conocimiento de lo que estaba sucediendo era constante pero el miedo a intervenir, vergonzoso. Deberíamos preguntarnos, cómo pudo ser posible, que la idea de unos locos enfermos, llegara a contagiar casi a toda una nación como la alemana. Yo a día de hoy, es algo que jamás he entendido.
Todo un imprescindible histórico, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. Toda una memoria a los millones de fallecidos en el mayor genocidio de la historia moderna. Un recordatorio, un aviso para nuestras conciencias para que nada parecido vuelva a suceder jamás.